Estructurado sobre la letra del Salmo 98, en el que se recomienda glorificar al Creador,¡Al mundo paz, nació Jesús!, es el himno más publicado del siglo veinte en los Estados Unidos y uno de los más cantados a nivel mundial. Obra del teólogo y poeta cristiano, Isaac Watts, esta canción fue publicada por primera vez en 1719, como parte de la colección “Los Salmos de David” y desde su aparición ha recorrido un largo camino.
Su creador, considerado “el padre de la himnología inglesa” y varón de fe inigualable, es una leyenda de la música evangélica no sólo por esta composición que habla del Salvador, sino también por sus más de setecientos cincuenta himnos escritos, acreditados y traducidos a varios idiomas. Watts, un hombre de espíritu inquieto, inteligente y analítico, aún hoy en día inundan con sus melodías los templos protestantes de todo el mundo y es un modelo a seguir. Su influencia, sin dudas, es innegable dentro del canto congregacional y también para los adeptos de las melodías sacras.
La letra de ¡Al mundo paz, nació Jesús!, sencilla y clara, celebra la llegada del Señor para enjuiciar al mundo. Isaac hace un llamado a toda la creación para cantar y gritar de gozo ante su venida. Incluso este verso, en su versión original en idioma inglés, no menciona específicamente el nacimiento de Cristo, sólo el regreso del Creador a la tierra para el juicio final. Igualmente evita la complejidad y recurre a imágenes vivas con el fin de tocar las emociones de los seguidores del Altísimo. Un himno que, cerca de trescientos años después de su aparición, todavía maravilla al mundo.
Watts, nacido el 17 de julio de 1674 en Southampton, creía que los Salmos eran de gran valor para la adoración cristiana, pero también pensaba que eran insuficientes para expresar la amplitud de la experiencia con Dios. Según el escritor Lawrence Roff, autor del libro “Cantemos”, Isaac estaba plenamente comprometido con la verdad del Nuevo Testamento y siempre enfocaba su atención en la persona del Todopoderoso. Asimismo, Roff afirma que Watts sostenía que los cantos debían estar basados en las Escrituras pero “compuestos en forma libre”.
Además de poeta, Isaac fue un renombrado teólogo, filósofo y autor de sesenta libros sobre diversos temas teológicos y científicos, muchos de los cuales pasaron a ser parte de la bibliografía obligada en las principales universidades del Reino Unido. Al respecto, Watts escribió un tratado sobre lógica, muy popular en su momento en tierras británicas, cuyo título fue “Lógica, o el uso correcto de la razón en la consulta de la verdad con una variedad de reglas para evitar los errores en los asuntos de la religión y de la vida humana, así como en las ciencias”. El texto fue publicado por primera vez en 1724, y logró tal éxito que fue reeditado veinte veces.
A lo largo de sus 74 años de vida, Isaac Watts editó tres himnarios y dentro de su vasta producción poética, más allá de ¡Al mundo paz, nació Jesús!, dejó himnos sempiternos como: “Mirad las glorias del cordero”, “Al trono majestuoso”, “Nuestra esperanza y protección”, “Venid, nuestras voces unamos”, “La cruz excelsa al contemplar” y “A Dios, naciones, dad loor”. Sin embargo, su mayor legado para la comunidad evangélica internacional fue su particular forma de componer alabanzas a Dios, que reestructuró y modificó la forma de hacer himnos en honor al Señor Jesucristo
¡AL MUNDO PAZ, NACIÓ JESÚS!
¡Al mundo paz, nació Jesús!
nació ya nuestro Rey;
el corazón ya tiene luz,
y paz su santa grey, y paz su santa grey
y paz, y paz su santa grey.
¡Al mundo paz, el Salvador
en tierra reinará!
ya es feliz el pecador,
Jesús perdón le da, Jesús perdón le da,
Jesús, Jesús perdón le da.
Al mundo Él gobernará
con gracia y con poder;
a las naciones mostrará
su amor y su poder, su amor y su poder,
su amor, su amor y su poder.