Una mujer ciega de treinta y ocho años escuchó al coro de una campaña cantar cada estrofa de este sencillo himno y su corazón se conmovió, pero cuando el coro llegó a la última estrofa, «Divino Espíritu, que hoy, me da perfecto amor», allí mismo se entregó al Señor.
Esa mujer ciega fue Fanny Crosby, que llegó a ser la más grande compositora de himnos del siglo 19. Nunca sabremos qué tan profundamente nuestras vidas pueden tocar la vida de otros.
EN LA CRUZ
Me hirió el pecado, fui a Jesús,
Mostréle mi dolor;
Perdido, errante, vi su luz,
Bendíjome en su amor.
Coro
En la cruz, en la cruz, do primero vi la luz,
Y las manchas de mi alma yo lavé;
Fue allí por fe do vi a Jesús,
Y siempre feliz con Él seré.
Sobre una cruz, do primero vi la luz,
Y las manchas de mi alma yo lavé;
Fue allí por fe do vi a Jesús,
Y siempre feliz con Él seré.
Sobre una cruz, mi buen Señor,
Su sangre derramó
Por este pobre pecador
A quien así salvó.
Venció la muerte con poder,
Y al cielo se exaltó;
Confiar en Él es mi placer,
Morir no temo yo.
Aunque Él se fue, solo no estoy,
Mandó al Consolador,
Divino Espíritu, que hoy,
Me da perfecto amor.