“Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne… Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra… Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo… Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”, Génesis 6:1-8.
El infierno no fue creado para los seres humanos, fue creado para Satanás y sus ángeles (Mateo 25:41). Jesús murió y derramó su sangre para salvarnos y abrirnos la puerta de los cielos, la Biblia nos dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23); “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Sabemos que Dios no quiere que el hombre sea condenado, por eso envió a Jesucristo y estableció dos caminos: uno que lleva a la bendición y otro que lleva a la perdición.
Dice la Escritura: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Génesis 6:1-2). Este pasaje es mal interpretado por algunos, dicen que los hijos de Dios eran ángeles y que tomaron para sí mujeres entre las hijas de los hombres.Los ángeles no pueden engendrar, no se casan ni tienen sexo, la Biblia lo dice a través del mismo Señor Jesucristo.
La Palabra de Dios nos dice: “Aquel día vinieron a Él los saduceos… diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el segundo… hasta el séptimo. Y después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”(Mateo 22:23-30).
En el principio hubo hombres que se guardaron para Dios, eran los que se les conocían como hijos de Dios, no por ser engendrados sino por vivir de acuerdo a la voluntad de Dios; y a los que vivían lejos de Dios se les conocía como hijos de los hombres. Jesús dijo que los últimos tiempos serían “como en los días de Noé…” (Mateo 24:37); “porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos…” (Mateo 24:38-39).
Una característica principal de los días de Noé fue la degradación de los hijos de Dios. ¿Qué los llevó a degradarse? Los hijos de Dios vieron a las hijas de los hombres más hermosas y sobre todo más sensuales. Desde un principio Dios estableció reglas que debían cumplirse, no debía haber yugo desigual. Y de la mezcla entre un hijo de Dios y una hija de hombre, el resultado fue una generación impía, corrupta y apartada del Señor. “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y Jehová se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón” (Génesis 6:5-6).
Otra característica de los días de Noé es la violencia. A causa de esta generación impía la tierra se lleno de violencia. En todo el mundo por causa de vivir en maldad se hacen daño y hasta se matan; hay guerras en muchas partes, la tierra está llena de contiendas, hay celos y pleitos.
También el Señor habló que en los días de Noé estaban“casándose y dando en casamiento” (Mateo 24:38). No dice que el casarse es pecado, lo que dijo el Señor es la indiferencia que los hombres y mujeres le dan a las cosas de Dios; no viviendo ni ajustándose a la voluntad de Dios sino dando lugar a sus intereses personales y carnales. No buscan como mirar hacia Dios, hay mucha indiferencia y ese mal, esa característica, se le está pegando a muchos en la iglesia.
Otra característica que lleva al hombre a la condenación es el orgullo,porque al hombre no le gusta enfrentarse a la realidad de que es un pecador. Lo bueno de Dios es que nos enfrenta a nuestro pecado, Él no puede salvar a nadie que no reconozca que es un pecador perdido. Dice la Biblia: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32); y el apóstol Pablo dijo: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15); porque la sangre de Cristo fue la fianza que Jesús pagó para sacarnos bajo libertad.“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”(2 Corintios 5:17).
Como puede ser posible que de toda esa generación, sólo un hombre halló gracia delante de Dios, como dice: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”(Génesis 6:8). En el Evangelio, según San Mateo capítulo 24, Jesús nos dio señales y dijo: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca… Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:6-8).
Estamos hablando de la venida de Cristo, y a todo el mundo le decimos ¡Cristo viene!; también decimos que “seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…” (1 Corintios 15:51-52) ¿Y quién ha sido transformado? Ninguno, porque no ha venido el Señor, pero se predica porque así está escrito. Hablamos de que vienen días terribles para el mundo, de que se acerca el tiempo de la gran tribulación y todo eso, y la gente dice:“Estos están locos, eso es mentira, eso no es cierto”.
Noé era anti diluviano y en esos días no llovía, pero les decía a la gente que iba a llover, ¿por qué lo decía? Porque Dios se lo dijo, y si Dios dice que va a llover pues va a llover, “antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4). Noé hizo una embarcación porque Dios se lo ordenó, pero la gente miraba el arca y se burlaban como hoy se burlan de esta predicación.
El Arca nos habla de Cristo, lugar de escape, lugar de refugio ante el juicio de Dios. En el arca vamos a encontrar ausente dos cosas muy importantes para toda embarcación: no había cerradura en la puerta,yno se hallaba timón alguno. A Noé no le correspondía cerrar la puerta, era Dios el que cerró la puerta y la selló, porque el tiempo del llamado de Dios tiene un tiempo y si usted no lo aceptó, no hay problema, se cierra la puerta y se fue al diablo.
Esa arca estaba sin clavos, sin acero, sin timón, sin radar, sin motor, sin velas, sin GPS (sistema satelital de posicionamiento), sin rompe hielo, entre otras cosas más. Un arca que tenía más de 100 metros de largo, tenía 23 metros de ancho y 14 metros de alto; estaba hecho para soportar la tormenta más grande que ha existido sobre la faz de la tierra, desde ese tiempo no ha existido una tormenta más terrible ni volverá porque Dios juró no volverlo hacer. Olas del mar han volcado barcos de acero, con toda su tecnología, con máquinas potentes y con todo su equipo se han partido y se han ido al fondo del mar.
Esta arca tampoco iba quedar a la deriva a las corrientes de las aguas, porque dentro de Sus planes el Señor le había establecido un rumbo fijo y el puerto donde iba a llegar esa nave, y dice la Biblia que Dios abrió las cataratas de los cielos y rompió los abismos de la tierra, agua de arriba y agua de abajo, corrientes encontradas, olas muy altas; a pesar que no tenía motores, no tenía vela, no tenía timón, pero Dios es el que llevaría esta arca.
Vinieron las aguas, vinieron las corrientes y golpearon con fuerza y con violencia la nave. Y el arca comenzó a flotar en el agua, se movía para un lado se movía para el otro, pero lo curioso era que ni las corrientes ni las olas le desviaban de su rumbo y el arca iba avanzando, como si fuera un barco con máquinas, iba el arca con el rumbo que Dios le llevaba. El arca iba al rumbo que Dios le había fijado, a los montes de Armenia, a los montes de Ararat. El arca encalló sobre los montes de Ararat (Génesis 8:4), que es lo mismo que Armenia, ahí la puso Dios.
Hoy la Iglesia va en una barca, y es azotada por los vientos, el diablo ha intentado desbaratarla pero no ha podido ni podrá quitar el rumbo que lleva la Iglesia porque vamos a puerto seguro. ¿A dónde vamos? Nos vamos para el cielo, la Iglesia la lleva el Señor, la lleva el Espíritu Santo. Que soplen los vientos de las pruebas, que soplen los vientos huracanados, que el diablo haga lo que quiera, esta barca no se va a hundir, vamos con un rumbo fijo, vamos a puerto seguro.
Amado, no le tenga miedo al viento de la prueba ni a la tempestad, no se va hundir, hay un puerto seguro, el Señor no le está pidiendo al diablo permiso para avanzar, ¡no! Él avanza, Él es Dios, su Iglesia ha pasado periodos imperiales que la han querido desaparecer, pero han desaparecido los imperios y la Iglesia sigue triunfante, escrito está: “Y las puertas del Hades(infierno) no prevalecerán contra ella (la Iglesia del Señor)” (Mateo 16:18).
Si el diablo levanta olas, esta barca va a puerto seguro, ¿qué teme Iglesia, por qué se amedrenta? Si más bien el Señor se adelantó, Él dijo: “voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2), vamos a llegar a puerto seguro. No hay nada ni nadie que pueda impedir que la Iglesia suba, en medio de este mundo convulsionado y lleno de tormentas, la Iglesia va como en un mar calmo y pronto iremos para arriba.
Amado, aunque vea que la barca se dobla, que se va a hundir, ahí estará Jesús, Él es Dios, Él es Dios Fuerte, ¡pueblo confiad en Dios! Él nos dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32).