El Secretario Nacional del Movimiento Misionero Mundial de Chile, pastor Marcelo Quintana García, comparte la experiencia de evangelización del pueblo Mapuche. Una labor que además rescata el dialecto de la etnia: el Mapudungun.
¿La Obra ya ingresó al pueblo Mapuche?
El MMM ya ingresó a los pueblos mapuches y en el Congreso Sudamericano realizado en 2015 en Ecuador estuvo un matrimonio de ascendencia mapuche, son hijos de ancestros de un tiempo perdido en Chile. Muchos de ellos han sido relegados a los campos en el interior del país; pero sí podemos decir que el MMM ya penetró en ese pueblo que no es fácil ni dócil, por la misma sangre que los caracteriza como “Sangre Mapuche”.
¿Qué obstáculos encontraron para realizar la labor misionera?
Al ser muy apegados a sus tradiciones, cultura e idiosincrasia fue muy difícil la labor de evangelización; pero existe un grupo de hermanos mapuches en otras regiones como Los Lagos y Los Ríos y la Araucanía, en el sur de Chile, donde está la Obra establecida con iglesias, obreros y pastores de gran experiencia.
¿Se les predica en su lengua autóctona?
No, se les está predicando solamente en español, porque los que saben el dialecto son los hermanos que recién están llegando, y aun se están empapando de la Palabra y de la doctrina, y esperamos que muy pronto tengamos hermanos, obreros y predicadores en lengua mapuche.
¿En general, cómo está la obra en Chile?
Gracias a Dios el MMM ha abarcado la gran mayoría de las quince regiones que tiene Chile. Nosotros estamos en once regiones, lo que es una representación bastante importante, pero es un desafío llegar a esas cuatro regiones pendientes.
¿Qué necesita la Obra para crecer mucho más?
Hemos visto cierto crecimiento, a través de la señal de Bethel Televisión. Hay hermanos del Perú que están radicando en nuestro país y ejerciendo su labor secular. Ellos han ido aprendiendo a bajar la señal y establecer este medio de comunicación, que ha sido un impulso tremendo.
¿Cuántos años tiene la Obra en Chile?
En 2015 se celebró el 30 aniversario, la Obra tuvo dos etapas. La primera a principios de los ochenta, donde llegaron 3 hermanas obreras de Puerto Rico y sembraron la palabra. Y en mayo de 1985 aproximadamente, cuando llegó el Rev. Gerardo Martínez Garavito, aun siendo soltero.
¿Cuál es su experiencia en la Obra?
Este año tuve la bendición de cumplir 40 años de edad y la mayoría la he servido al Señor, desde los 16 años en que me rescató.