Pese a que solo vivió 37 años, William Milne ocupa un lugar preponderante en la historia de las misiones evangélicas. Si Robert Moffat revolucionó Sudáfrica con la predicación de las buenas nuevas, Milne inundó China con la Palabra de Dios por medio de sus escritos y, fundamentalmente, gracias a su encomiable labor de traducir la Biblia al idioma chino junto con Robert Morrison, su compañero de fe.
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Milne fue el segundo misionero protestante enviado a China por la Sociedad Misionera de Londres. Recorrió diferentes urbes asiáticas sembrando la semilla del cristianismo y ganó cientos de almas en Malaca, ciudad que se convirtió, debido a su pasión por la difusión del mensaje del Todopoderoso, en un enclave evangélico. Además, en esta ciudad, fue el primer director del colegio anglo-chino y editor principal de dos revistas misioneras.
El principio
William Milne nació en abril de 1785 en la comunidad de Kennethmont, del condado de Aberdeenshire (Escocia). Tras la muerte de su padre, ocurrida cuando tenía 6 años, su educación recayó en su madre. Hijo único, empezó a trabajar para ayudar a solventar los gastos de su hogar. Aprendió los oficios de granjero y carpintero, y fue instruido en una iglesia local. Aunque de carácter inquieto, siempre tuvo interés en los asuntos espirituales.
En sus primeros contactos con el Evangelio, William demostró un interés excepcional por la literatura cristiana. Después, cuando cumplió 13 años, empezó a asistir a la escuela dominical y se familiarizó con el trabajo de autores religiosos de renombre, como John Willison. Su afición por la lectura de folletos y libros cristianos, así como los ejemplos de hombres piadosos lo llevaron a comprometerse con el credo del Altísimo.
En 1801, cuando tenía 16 años, Milne tuvo su primera experiencia con el Señor. Meditando en un sermón que había escuchado, entendió que la gracia de Dios lo podía liberar de la ira eterna que está reservada para quienes se rehúsan a aceptar el sacrificio de Cristo. Elevó una oración al cielo, pidió perdón por sus pecados y nació de nuevo. Al poco tiempo, decidió asistir a otra congregación, de corte más evangélica y que ponía mucho interés en las misiones.
Luego, en 1804, se hizo miembro de una iglesia congregacional pastoreada por George Cowie en la ciudad de Huntly. Uno de los sermones de ese siervo de Dios, basado en Apocalipsis 22:21, hizo que Milne reafirmara su decisión de ser un fiel seguidor de Jesús. La obra renovadora del Espíritu Santo fue haciéndose notoria en él. En aquel momento, dejó de ser un muchacho impulsivo y se convirtió en un siervo de temperamento más dulce y con una vida entregada a la oración.
La formación
Lector voraz, en una ocasión cayó en sus manos el libro Vida de David Brainerd, del teólogo estadounidense Jonathan Edwards. Tras conocer el trabajo de Brainerd, misionero estadounidense que llevó el Evangelio a los indios de Delaware, Milne se sintió impulsado a seguir sus pasos. Después de orar y consultar con amigos, presentó una solicitud a la Sociedad Misionera de Londres, pero esta le fue negada.
Convencido de que ese era el derrotero que Dios había preparado para él, Milne no se rindió y volvió a solicitar que lo dejaran servir al Señor aunque sea como un cortador de leña. Su perseverancia dio resultados. En 1809, cuando contaba con 24 años, su solicitud fue admitida y lo enviaron a capacitarse a la Gosport Academy, institución dedicada a preparar a los misioneros, dirigida por el reconocido predicador David Bogue.
En ese centro de adiestramiento, Milne no solo recibió cursos teológicos, sino también de idiomas. Además, tuvo que instruirse en retórica, filosofía inglesa, historia y geografía. Asimismo, y según los lineamientos establecidos por Bogue para el semillero de la Sociedad Misionera de Londres, aprendió a cómo ser paciente y sumiso ante las desilusiones, a perseverar en los momentos de desaliento y a estar listo para enfrentar los sufrimientos o incluso la muerte.
Milne atesoró estas enseñanzas en lo profundo de su corazón. Del mismo modo, conservó con esmero otras lecciones vitales que le impartieron, relacionadas con la introducción de la Palabra en un nuevo ambiente. Al respecto, se entusiasmó con la tradición de la Biblia y otras escrituras cristianas, así como con el establecimiento de un sistema escolar en el que los niños fueran entrenados en todos los aspectos del conocimiento y especialmente en la fe cristiana.
El misionero
Después de tres años y diez meses de adiestramiento, Milne culminó sus estudios en julio de 1812. Ese mismo año, el 4 de agosto, contrajo matrimonio con Rachel Cowie, la hija del pastor de su iglesia. Un mes después realizó su primer periplo misionero. Su destino fue la ciudad de Macao. En el transcurso del viaje, Milne empleó el tiempo para estudiar las Escrituras y el idioma chino. También evangelizó a los pasajeros y a la tripulación del barco.
En Macao, urbe a la que llegó el 4 de julio de 1813, fue recibido por el misionero Robert Morrison. Él había sido el primer siervo en ser enviado a China por la Sociedad Misionera de Londres y de inmediato vio en Milne al compañero que tanto había esperado. Ilusionado con el trabajo que tenía por delante, William inició su labor evangelizadora, pero muy pronto descubrió que las cosas no iban a ser fáciles. El gobernador de Macao, presionado por el clero católico, ordenó su expulsión.
Lejos de desanimarse, el siervo se mantuvo firme en su convicción de que el Señor lo había llevado hasta Asia con un gran propósito. Decidió, entonces, navegar hasta Cantón, ciudad ubicada al sur de China. Allí, en el sur de China, Milne predicó la Palabra y sorteó grandes escollos y férreas oposiciones. Luego, tras pasar por diferentes lugares, llegó a Malaca, urbe que años más tarde se convirtió en su cuartel general y centro de reposo para otros misioneros.
El ministerio
Realizar la obra misionera nunca está libre de peligros, y en el caso de Milne y Morrison debieron sortear una serie de inconvenientes. Entonces, en 1815, como las hostilidades hacia ellos aumentaron en Macao y Cantón, decidieron instalarse en Malaca, que entonces era una colonia británica. Desde esa zona, hoy parte de Malasia, Milne planeó que la Palabra se extendería entre los asiáticos del sudeste y llegaría hasta China.
En 1818 inauguró el colegio anglo-chino, del que fue director y en el que enseñó geografía e inglés. Convencido de que la literatura también podía ser un instrumento poderoso para la evangelización, Milne escribió en chino La vida de Jesús, un folleto evangélico de 71 páginas de gran impacto entre los seguidores de Jesucristo. Su ayudante en esas tareas fue el ciudadano Liang Fa, a quien el misionero constantemente predicaba el Evangelio y al que finalmente ganó para Cristo.
Años después, emulando el ejemplo de su mentor, Liang Fa se transformó en el primero misionero chino. Asimismo, se dedicó a distribuir las traducciones de la Biblia en diferentes regiones y también repartió Los dos amigos, el célebre tratado de su maestro escocés publicado en 1819 y que fue el más utilizado hasta principios del siglo XX. Prolífico escritor, Milne publicó más de 21 obras en chino y tres en inglés, y tradujo trece libros del Antiguo Testamento.
En 1819, William Milne sufrió la pérdida de su esposa. Sin embargo, este duro golpe no hizo más que cimentar su fe en Dios y renovar su compromiso con la obra misionera. Entonces, siguió trabajando arduamente a favor del cristianismo, a la par que cuidaba a sus hijos, hasta que el 2 de junio de 1822 partió al encuentro con el Señor.
Luego de su muerte, y en reconocimiento a su contribución a la traducción de la Biblia china y a sus numerosas publicaciones y su labor en Malaca, la Universidad de Glasgow le otorgó el grado de doctor en Divinidad. Hoy en día, su ejemplo aún inspira y desafía a las nuevas generaciones de creyentes y a todos aquellos que hacen suyas, como él, las palabras del apóstol Pablo: “Ay de mí si no predico el Evangelio”.
Fuente: Revista Impacto Evangelístico