EVENTO: OCTAVO ANIVERSARIO DEL PROGRAMA “MUJERES CON PROPÓSITO” Y CONFRATERNIDADES DE DAMAS / FECHAS: 5, 6, 7 Y 9 DE JUNIO / LUGARES: SAN MIGUEL, SAN MARCOS, AHUACHAPÁN Y SAN VICENTE, EL SALVADOR
Con motivo de su octavo aniversario, el programa televisivo “Mujeres con propósito”, impulsado y creado por el Movimiento Misionero Mundial de El Salvador, realizó el 9 de junio un evento especial en las instalaciones de la iglesia Tabernáculo Emanuel del municipio de San Miguel. La actividad tuvo como lema “Mujeres al servicio del Señor”.
La conmemoración por la fundación de “Mujeres con propósito”, espacio dirigido por la hermana Rubidia Gómez, tuvo como invitada especial a la predicadora panameña Rosalba de Asprilla, esposa del reverendo Epifanio Asprilla, quien fue la encargada de la enseñanza a las más de trescientas mujeres que asistieron al evento.
La pastora Asprilla, en primera instancia, compartió el tema “El privilegio de ser la esposa del pastor” y habló respecto a los principios básicos que la consorte de un ministro debe seguir. Luego, por la tarde, apoyada en Salmo 101:6 anunció el Evangelio con la prédica denominada “¿Quiénes estarán con el Señor para siempre?”.
En la antesala del aniversario, la evangelista Asprilla, de gira misionera por el territorio salvadoreño, cumplió una serie de presentaciones que la llevaron a proclamar la Palabra de Dios en los municipios de San Marcos, Ahuachapán y San Vicente, donde el Movimiento Misionero Mundial de El Salvador celebró tres confraternidades de damas.
La expedición de fe de la misionera empezó el 5 de junio en la localidad de San Marcos. Allí, ante la presencia de alrededor de cien personas, expuso la prédica “Señor, haz de mi alma un altar”, que estuvo basada en Isaías 29:6.
Un día después, en la casa comunal de la colonia Santa María de la urbe de Ahuachapán emitió el mensaje titulado “Hay que hacer la diferencia para alcanzar la bendición”, ante más de un centenar de creyentes.
El 7 de junio, en el centro de convenciones de la ciudad de San Vicente compartió la prédica denominada “El que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado”, que tuvo como parte central las cualidades de una vida cristiana.