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“Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de ‘la’ iglesia (católica), la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro de Jesús y la Biblia, el reformador de una iglesia corrupta”, se lee en un artículo publicado por Protestante Digital.
Él cambió el curso de la historia al desafiar con valentía el poder del papado, del catolicismo romano y del imperio, pues consideró que operaban de manera contraria a las enseñanzas que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Lutero redactó 95 tesis en latín y las clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg, para abrir un debate académico.
La controversia fue mucho mayor de lo que Lutero se proponía. Lo que había sucedido era que, al atacar la venta de las indulgencias de Juan Teztel en Alemania, Lutero se había atrevido, aún sin saberlo, a oponerse al lucro y los designios de varios personajes mucho más poderosos que él, entre ellos, el Papa.
La mayoría de historiadores afirman que Lutero remitió sus tesis al Arzobispo de Maguncia, al Papa, a algunos amigos y universidades. Antes de 1518 habían sido leídas en toda Europa. Las 95 tesis son condenadas el 15 de junio de 1520 y Lutero es excomulgado a principios del año siguiente. Se le exigió retractarse por lo menos de 41 de sus tesis, pero el monje alemán permaneció firme.
Era el paso definitivo para lo que luego sería la reforma protestante. Esta Reforma supuso no solo una revolución espiritual, sino también social, económica, cultural, científica y política. Se puede decir que el mundo y la sociedad moderna en gran parte nacen de este momento de la historia que supo señalar al Jesús del Evangelio de una forma nítida, nueva y clara.