Cada año la iglesia cristiana pentecostés Movimiento Misionero Mundial sigue un lema de trabajo que lo dirige en sus labores espirituales y evangelísticas. Pero ¿cómo se obtiene este lema? Su fundador, el Rev. Luis M. Ortiz, lo explicó entre lágrimas cuando aún estaba con vida: “(Solo) altares humedecidos con las lágrimas de intercesión pueden marcar una ruta segura para este pueblo”.
En palabras del Rev. Humberto Henao, vicepresidente del MMM, el lema de trabajo “es una palabra que resume, que motiva ese año el trabajo a seguir”. De esta manera, el lema de trabajo del MMM nos guía, nos dirige y nos enseña cómo conducirnos cada año, cómo Dios desea que su iglesia realice su trabajo.
El Rev. Luis M. Ortiz inició con el primer lema de trabajo en 1970, con “Impacto”, el cuerpo ministerial y los creyentes serían dirigidos ese año, marcando sus decisiones y victorias. “El fundador buscaba un lema en oración para que fuera una inspiración para los pastores de nuestra congregación”, afirma el Rev. Rodolfo González.
El lema de cada año, lo pone el Señor en el corazón de su siervo, el presidente en turno del MMM, cuando este humedece los altares intercediendo por esa palabra clave que marcaría por un año la ruta segura en el corazón del pueblo de Dios. “Todos estos lemas nos los ha dado Dios. No han sido un capricho nuestro, nosotros siempre hemos deseado la dirección de Dios”, decía el Rev. Luis M. Ortiz, expresidente del MMM.
El lema es de suma importancia, pues “ha sido como la brújula hacia la cual se ha dirigido la obra del MMM en todos sus esfuerzos”, tal y como afirma el Rev. José Soto, actual presidente del MMM. Cada lema siempre ha estado en total armonía con las Sagradas Escrituras, con la formación espiritual, doctrinal y ministerial de esta obra.