Por Frank Clark
Hombre de armonía en una época caótica y convulsa, John Frith enarboló las banderas del cristianismo y empleó la paz y la piedad para transmitir las buenas nuevas en los albores del siglo XVI, cuando predicar el Evangelio representaba una misión muchas veces mortal. Fiel a las Sagradas Escrituras, luchó a favor de Dios en Inglaterra y pagó con su vida la osadía de anunciar la Palabra del Todopoderoso y de cuestionar las falsas interpretaciones de la Biblia.
Nacido probablemente en 1503, en la villa inglesa de Westerham, situada en el condado Kent, Frith creció en el seno de una familia que siempre lo proveyó de todo lo necesario para que se formara como un hombre misericordioso. En su juventud, luego de vivir en el pueblo de Sevenoaks, se educó en el reconocido colegio de Eton, ubicado cerca del castillo de Windsor, donde estuvo internado entre 1520 y FIEL HASTA LA MUERTE HÉROE DE LA FE 1522, y recibió una estricta formación espiritual y secular que le sirvió para su existencia futura.
Tras egresar de Eton, el joven creyente fue admitido en el King’s College, institución fundada en 1441 por el rey Enrique VI, que desde su creación forma parte de la Universidad de Cambridge. En la segunda universidad más antigua de habla inglesa, fue guiado por el prelado Stephen Gardiner, miembro de la Iglesia tradicional, quien se convirtió en su protector y guía. En Cambridge, entidad en la que empezó a resaltar por sus dotes académicas, se licenció en Letras.
LEAL CREYENTE
Asimismo, en la prestigiosa casa de estudios inglesa aprendió latín y griego. Entre sus múltiples ocupaciones, también conoció al siervo Thomas Bilney, un estudiante graduado del Trinity College que jugó un papel decisivo en su biografía al revelarle que descubrió en el Nuevo Testamento verdades dogmáticas hasta ese instante desconocidas por él. Bilney, muerto en la hoguera en 1531 por creer en el Evangelio, lo alentó a investigar con prolijidad las Sagradas Escrituras.
En 1525, con su licenciatura bajo el brazo y debido a sus amplios conocimientos de las Sagradas Escrituras, John fue reclutado para integrarse al recién formado Cardinal College de la Universidad de Oxford, dirigido por el cardenal Thomas Wolsey, que contaba con el apoyo del catolicismo. Allí, bajo la influencia del reformador Robert Barnes, quien se había nutrido con las ideas de Martín Lutero, se empapó de los verdaderos principios de la fe en el Todopoderoso.
Como parte de un grupo de fieles de la Universidad de Cambridge llamados los “alemanes”, que se reunían en un lugar conocido como White Horse Inn para profundizar sus conocimientos bíblicos y debatir las ideas de Lutero, Frith pronto sufrió la intolerancia de las autoridades del Cardinal College. Su posición en pro de la Reforma de la Iglesia católica despertó con rapidez la ojeriza de los partidarios de mantener el statu quo que marcaba la vida religiosa de aquellos días.
Expuesto a un clima espiritual menos propicio para sus ideas, el siervo optó por unirse a un conjunto de estudiosos de las Escrituras, presididos por John Clarke, que buscaba ahondar su sabiduría de la Biblia mediante el estudio sistemático del Antiguo y Nuevo Testamento. Entonces, sospechoso de ser hereje, fue apresado junto con otros nueve estudiantes en una bodega del Cardinal College, donde quedó confinado y expuesto a condiciones insalubres que deterioraron su salud.
DIGNO EVANGELISTA
En diciembre de 1528, una vez liberado, el teólogo se marchó de su país para resguardar su existencia y se dirigió a Alemania, donde se encontró con el traductor bíblico y mártir británico William Tyndale. Junto a este célebre personaje de la historia del cristianismo, que fue ahorcado el 6 de octubre de 1536 por los católicos, se enfrascó en la tarea de traducir la Biblia al idioma inglés, una ocupación peligrosa en ese momento debido a que estaba prohibida por las autoridades.
Tyndale, que había asistido a las universidades de Oxford y Cambridge, fue una fuente de inspiración para el trabajo que con posterioridad asumió Frith en beneficio de la difusión de la sana doctrina del Altísimo. Contrario a los vicios eclesiásticos y adepto a que evangelizara a todas las personas, el estudioso del mensaje de Jesucristo le inyectó a John una enorme predisposición para enfrentar cualquier peligro a la hora de transmitir la Palabra del Salvador.
Pionero de la libertad de conciencia, el evangelista, lejos de su nación, dedicó una gran porción de su tiempo a la traducción y publicación de obras que sirvieran de alimento espiritual para sus contemporáneos. Uno de esos libros fue un impreso que fustigaba la figura del papa y exponía sus enormes diferencias con Cristo. El texto, escrito en forma de epístola, denunciaba una clara incompatibilidad entre las acciones del obispo de Roma y la conducta del Hijo de Dios.
Crucial para la Reforma inglesa, John defendió la causa evangélica con un puñado de ideas teológicas infundidas por el Creador que se mantienen en pie hasta la actualidad. Afirmado en la Biblia, proclamó que el Creador envió a su Hijo amado para redimirnos del pecado. Además, para él, la verdad indiscutible en asuntos de fe y práctica se encontraba en la Palabra. Según su posición, los cristianos solo debían creer en las verdades contenidas en las Escrituras.
CRUEL MUERTE
En 1532, mientras predicaba el Evangelio en el continente europeo, el exégeta recordó que muchos de sus compatriotas no sabían cómo llegar al Señor. En aquel instante, abrumado por revelar el verdadero mensaje del Mesías, decidió regresar a Inglaterra, pese a que su supervivencia no estaba garantizada. Cuando pisó suelo británico fue arrestado al ser confundido con un vagabundo. Poco tiempo después, con la gracia del Altísimo, se salvó de ser ejecutado y fue liberado.
Luego de recuperar su libertad, el predicador recorrió secretamente varias ciudades de su patria llevando la doctrina del Redentor. Su temerario accionar derivó en una orden de detención dictada por Thomas More, canciller del rey Enrique VIII y opuesto a la Reforma, quien le puso precio a su cabeza. Atrapado en plena huida, fue recluido en la Torre de Londres, un castillo histórico situado en la ribera norte del río Támesis, donde continuó defendiendo la verdad de Dios.
Encadenado en una celda del fortín de la realeza inglesa, Frith desafió la autoridad de More, quien combatía a los herejes, con sus objeciones sobre la eucaristía, rito católico en el que supuestamente el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, que desde su punto de vista no era una práctica instituida por Jesucristo. Eso, sumado a su reprobación respecto a la existencia del purgatorio y a la venta de indulgencias, le valió para ser condenado a muerte.
El 4 de julio de 1533, la historia de este héroe de la fe llegó a su fin de forma sangrienta, cruel y despiadada. Quemado vivo a los 30 años, se inmoló en la hoguera tras negarse a cambiar su postura sobre las indulgencias, el purgatorio y la eucaristía. Incriminado por sus creencias y catalogado de traidor por la Iglesia católica, murió en defensa de la causa del Todopoderoso y se convirtió en uno de los primeros reformadores ingleses en ser martirizados.