Por Rev. Luis M. Ortiz
Las Sagradas Escrituras nos narran, en el Evangelio de Mateo, capítulo 9, versículos del 35 al 38: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.
¿Quiere usted saber por qué la mies es mucha, y los obreros pocos?
¿Sabe usted que al principio de la creación, la población del mundo era de solamente dos personas? ¿Sabe usted que 1600 años después de la creación el número de humanos había aumentado bastante, pero quedó reducido solamente a ocho personas por el cataclismo del diluvio en tiempos de Noé? ¿Sabe usted que en el tiempo de nuestro Señor Jesucristo se calcula que había alrededor de 250 millones de personas en todo el mundo? ¿Sabe usted que la población del mundo aumenta más de 100 millones al año? ¿Sabe usted que actualmente hay más de 7500 millones de personas en el mundo?
¿Sabe usted que más de la mitad de la población del mundo nunca ha escuchado el Evangelio de Jesucristo? ¿Sabe usted que el 94 % de los predicadores del Evangelio en Estados Unidos le predican al 9 % de la población mundial? ¿Sabe usted que el resto de los predicadores en Estados Unidos, o sea el 6 %, son misioneros, y que ellos y los predicadores nacionales de los demás países tienen que realizar esfuerzos titánicos para llevar la Palabra al 91 % de la población mundial?
¿Sabe usted que en Estados Unidos y en Puerto Rico, por cada 1500 personas hay un predicador del Evangelio? ¿Sabe usted que hay naciones en el mundo que no tienen un predicador del Evangelio para un millón de personas? ¿Sabe usted que lo comenzado con el ejemplo de nuestro Señor, e incluyendo a los Apóstoles, el medio más efectivo y de frutos más permanentes para ganar almas para Cristo es el trabajo personal?
¿Sabe usted que si los medios de evangelización masiva –como campañas, radio y televisión– no se complementan con obra misionera personal, sus frutos permanentes se reducen a un 5 %? ¿Sabe usted que el 96 % de los miembros de la iglesia no gana almas para Cristo? ¿Sabe usted que últimamente han surgido muchos ministerios sin ministros, y muchos ministros sin ministerio? ¿Sabe usted la razón por la cual, cuando el Señor iba a alimentar a la multitud, ordenó organizar a la muchedumbre en grupos de cien y de cincuenta?
¿Sabe usted que era para que nadie repitiera mientras hubiera una persona sin comer? ¿Sabe usted que nadie tiene el derecho de escuchar el Evangelio dos veces, mientras haya uno en el mundo que todavía no lo ha oído? ¿Sabe usted que de cada dólar que se recibe en las iglesias en Estados Unidos y en Puerto Rico, solamente tres centavitos son dedicados a la obra misionera?
¿Sabe usted que en los últimos años, en Puerto Rico, individuos han recaudado millones de dólares para planes y proyectos fabulosos, pero que no se han realizado y nunca ha aparecido lo recaudado ni los recaudadores? ¿Sabe usted que lo realmente importante no es dar sino saber dar? ¿Sabe usted que lo verdaderamente importante es dar con sabiduría y con dirección de Dios? ¿Sabe usted que pregunté al Señor por qué hay tantos cristianos que se dedican a tantas ocupaciones, y por qué son tan pocos sus obreros? ¿Sabe usted que el Señor me respondió al instante, y me dijo que es porque la inmensa mayoría de los que Él llama no le obedecen?
¿Sabe que es probable que usted, que está leyendo esto, sea uno de los que no han obedecido al Señor? ¿Sabe usted que Dios, como el Señor de la mies, es el que mejor paga a Sus obreros, ahora y en la eternidad? ¿Sabe usted que esta obra del MMM es una obra de obediencia, de fe, de sacrificio, de abnegación, de entrega, y a la vez, de abundantes frutos? ¿Sabe usted que, en 56 años, Dios nos ha ayudado a levantar más de 9000 congregaciones sobre 70 países? ¿Sabe usted que en varios países tenemos preciosas congregaciones indígenas?
¿Sabe usted que obras como estas, de vanguardia evangelizadora, de avance misionero, de limpio testimonio y de sana doctrina, merecen el apoyo generoso y permanente en la oración y la aportación económica de todo el pueblo de Dios? ¿Sabe usted que el dinero mejor invertido es el que se invierte en la verdadera obra de Dios, directamente en la salvación de las almas? ¿Sabe usted ya todas estas cosas? ¿Sabe usted que “el pecado está en aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace”? ¡Haga lo bueno! ¡Ore y coopere! ¡Escríbanos! Amén.