Por Rev. Luis M. Ortiz
El ministerio cristiano es la ocupación más noble y digna debajo del sol. El verdadero hombre de Dios es un “Instrumento Escogido” en las manos de Dios, y es la persona más necesaria en la comunidad.
Hay instrumentos de Dios más necesarios:
Que el COMERCIANTE: que compra y vende, porque el hombre de Dios compra la verdad y no la vende (Pr. 23:23).
Que el ELECTRICISTA: porque éste conecta los cables para el servicio eléctrico, pero el hombre de Dios conecta al creyente con Dios.
Que el INGENIERO: porque éste diseña y construye puentes, pero el hombre de Dios señala el camino y el puente de la fe hacia Cristo.
Que el ABOGADO: porque este defiende causas justas e injustas, pero el hombre de Dios defiende la causa más justa, la expiación del alma.
Que el JUEZ: porque este juzga en cuestiones temporales de la ley humana, pero el hombre de Dios juzga en cuestiones eternas, espirituales, y de la ley divina.
Que el MÉDICO: porque este diagnostica y receta enfermedades físicas, pero el hombre de Dios se especializa en el alma y el espíritu.
Que el BANQUERO: porque el capital de éste es material y transitorio; pero las riquezas del hombre de Dios son eternas.
Que el PERIODISTA: porque este propaga anuncios y noticias buenas y malas, pero el hombre de Dios propaga las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús.
Que el CATEDRÁTICO: porque éste enseña materia y conceptos de ciencia que en pocos años ya resultan obsoletos, pero el hombre de Dios enseña el mensaje de Dios que permanece para siempre.
Que el AGRICULTOR: porque siembra y cultiva la semilla para el sustento de la vida humana, pero el hombre de Dios siembra y cultiva la simiente de la Palabra de Dios que sustenta la vida espiritual y eterna.
Que el POLÍTICO: porque éste procura mejorar las condiciones de la patria terrenal, pero el hombre de Dios promueve la transformación del individuo para ser mejor ciudadano aquí y en la patria terrenal.
La humanidad ha podido, y puede subsistir sin la desintegración del átomo, sin astronautas, sin cohetes, naves espaciales y satélites, sin rayos láser, sin computadoras y sin ingeniería genética; pero de no haber habido un hombre de Dios, la humanidad hubiera ya fenecido. Servir a Dios, amarle, obedecerle y servirle, es la más grande y poderosa profesión.
El gran predicador Spurgeon dijo un día a sus estudiantes: “Si Dios los llama a predicar el Evangelio, no se rebajen a ser reyes de Inglaterra”. Jesús dijo a sus discípulos: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mt. 9:37-38). Y el apóstol Pablo dijo: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea” (1 Ti. 3:2). “Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Ro. 10:15).