Por Henry Hall
Dueño de una potente y melodiosa voz y de una sensibilidad especial cuando entonaba un himno espiritual, Ira David Sankey fue un destacado siervo quien, junto con el reconocido evangelista Dwight Lyman Moody, esparció la buena semilla de la Palabra en los Estados Unidos, Canadá, México, Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Autor de populares himnos, su biografía es un valioso ejemplo de amor genuino a la Obra de Dios. Nacido el 28 de agosto de 1840, en la localidad de Edinburg del estado de Pensilvania, Sankey desde muy pequeño sobresalió por su afición a la música y su habilidad para el canto. Respaldado por sus padres David y Mary, cuando tenía ocho años comenzó a asistir a una escuela bíblica.
Un vecino suyo, un granjero llamado Frazer, fue el hombre que utilizó el Señor para enseñarle las revelaciones de la Biblia. A la edad de dieciséis años, el muchacho se entregó totalmnete a Jesucristo. En 1857, cuando se mudó a la ciudad de New Castle, donde su padre fue enviado para presidir un banco, se unió a una iglesia local y pronto se convirtió en líder del coro y superintendente de la escuela dominical.
Entonces, empezó a interpretar canciones sagradas con la idea de difundir las buenas nuevas del Redentor y tocar los corazones de los creyentes. Diez años después, con la ayuda de Jehová, fue nombrado presidente de una asociación cristiana de jóvenes. En 1870, asistió a una convención internacional celebrada en Indianápolis, esta actividad, reformó su existencia.
En esta reunión, interpretó el himno “Hay una fuente sin igual” y conmovió a las almas congregadas. Luego, al finalizar la fiesta espiritual, conoció al predicador Moody por quien sentía un enorme respeto. Al instante, el reconocido pastor le confesó que: “Te he estado buscando durante los últimos ocho años. Debes ayudarme en mi trabajo misionero”.
MINISTERIO CONJUNTO
Tras un periodo de seis meses, en el que buscó en oración la dirección del Altísimo, y escuchó la opinión de su pastor y de sus amigos más cercanos y de su esposa Fanny Edwards, con quien se unió en matrimonio el 9 de setiembre de 1863, aceptó pasar una semana con el mencionado evangelizador en la metrópoli de Chicago.
Esos siete días se transformaron en un ministerio conjunto de más de veintiocho años. Ira, con sus alabanzas, fortaleció la predicación de Dwight. Portavoz de la Palabra, el cantante empleó sus grandes cualidades líricas para transmitir el mensaje de Dios para la humanidad en las campañas y reuniones evangelísticas de Moody. Desde el principio de esta labor mancomunada atrajo, con su registro de barítono, la atención de las almas por la sana doctrina.
Por desgracia, el 8 de octubre de 1871, un voraz incendio destruyó Chicago y lo obligó a paralizar su anhelada tarea de difundir las verdades del Mesías, por un tiempo. Luego de los embates del mal, que hicieron añicos la iglesia de su compañero de milicia, Sankey se mudó en compañía su familia a Chicago en octubre de 1872.
Su desplazamiento a la ciudad de los vientos coincidió con el segundo viaje de su hermano de fe a Inglaterra. Entonces, se hizo cargo de su congregación y contribuyó a engrandecerla. A su retorno, partió con él a la urbe de Springfield, capital del estado de Illinois, donde revelaron a una multitud el Evangelio.
Capaz de conmover con su manera de adorar al Creador y de elegir el himno más apropiado para cada ocasión, sus exaltaciones de las enseñanzas del Redentor se alzaron como una cuidadosa transmisión de las verdades del cristianismo. En junio de 1873, junto a Moody, navegó hacia el Reino Unido.
Su equipaje solo consistió en un poco de ropa, una Biblia y un álbum de recortes musicales colmado de canciones que solía usar para despertar el interés de los inconversos.
PESCADOR DE ALMAS
Desde su llegada al territorio inglés y pese a una serie de dificultades inesperadas, proclamó con poder y autoridad las buenas nuevas, en compañía de su gran amigo. Ambos remecieron las islas británicas con los principios y los fundamentos que conforman las bases de la doctrina de Cristo. Como buenos guerreros de la fe, provistos de las Escrituras, se enfrentaron a los ataques del maligno y salieron victoriosos en el encargo de hacer discípulos en todas las naciones.
Respaldado por diversos hermanos, el dúo de evangelizadores llevó la Palabra a sinfín de ciudades, pueblos, localidades, lugares y universidades de Inglaterra, Escocia e Irlanda en un recorrido misionero que se prolongó hasta el 3 de agosto de 1875. Fue una gira en la que se inició un despertar espiritual que avivó la presencia del Señor en uno de los países más poderosos del planeta.
Además, a partir de allí, fue conocido como “el hombre que cantaba el Evangelio”. De regreso a América del Norte, los dos se ocuparon de dar a conocer la voluntad del Rey de reyes sin pausas de ningún tipo. Con la bendición del Señor de señores, su quehacer espiritual se extendió por gran parte del territorio estadounidense y propició que miles de personas cayeran rendidas ante las revelaciones sobre la soberanía del Cordero. Asimismo, predicaron acerca del poder salvador en Canadá y México y cosecharon un número impresionante de convertidos.
Sankey, quien con su voz compartió el mensaje de Jesucristo a millones de individuos, fue un pescador de almas que empleó la música congregacional para exponer el nuevo pacto que hizo el Altísimo con su pueblo. Efectivo en la ministración de los sucesos narrados en el Antiguo y Nuevo Testamento, cumplió a cabalidad con el plan que el Mesías le trazó para su vida. Estudioso permanente de la Biblia, confió en el Espíritu Santo para rescatar a los pecadores y apóstatas.
MINISTERIO RELEVANTE
Al lado de Dwight, Ira, que llegó a ser considerado el cantante piadoso más importante de su época, volvió a las islas británicas en 1881 y 1891 con la intención de ser el portavoz musical de las profecías de Jehová de los ejércitos. Estos nuevos peregrinajes por Europa fueron igual de fértiles en la cosecha de seres hundidos en el paganismo y hambrientos de paz. Bendecido por Dios, ensalzó al primogénito de los muertos con cánticos que glorificaron la voluntad divina.
En 1898, en el último tramo de su historia terrenal, cuando su salud se vio quebrantada, tuvo la posibilidad de conocer Israel y recorrer el territorio en el que Cristo vivió, murió y resucitó por los pecados del mundo. En Tierra Santa, además, cantó en la Torre de David y anduvo por muchas de las ciudades antiguas mencionadas en las Sagradas Escrituras y otros lugares de interés israelitas donde empleó su fina voz de barítono para entonar himnos y alabanzas de salvación.
El 22 de diciembre de 1899, el evangelista recibió una triste noticia: Moody había dejado de existir. Entonces, conmocionado por la partida de su hermano, le rindió homenaje a través de un emotivo escrito que luego fue publicado por una revista norteamericana. En su artículo, destacó que: “Dwight se distinguió por su entrega a la causa de Cristo. Su trabajo misionero produjo la conversión de cientos de miles de hombres y mujeres en Inglaterra y los Estados Unidos”.
Autor de cantos emblemáticos de la fe evangélica, Ira David Sankey se quedó ciego en 1903. Sin visión y recluido en su hogar, dedicó el ocaso de sus días al servicio del Señor para preparar su autobiografía y elaborar una colección de historias de canciones cristianas. Paciente, bondadoso y fiel a la Palabra hasta el aliento final, murió el 13 de agosto de 1908, quince días antes de cumplir 68 años, y concluyó un ministerio relevante del que se habla hasta el día de hoy.