Desde muy pequeño Juan Hernández vivió en el municipio de Danli, departamento de El Paraíso, Honduras. Lo criaron con mucho amor hasta que, cuando tenía 14 años, sus padres se divorciaron y él tuvo que marcharse con su papá que, unos meses después, cayó víctima de un cáncer terminal.
La agonía fue breve; finalmente su padre falleció. La familia paterna quería que se quedará con ellos, pero él decidió irse con su mamá. La ausencia del padre hizo que camine sin dirección durante su adolescencia y su juventud. Un día, en la fiesta de una aldea colindante, hubo una pelea y, en medio de la trifulca, mataron al primo de Juan.
Cuando la familia se enteró, le pidieron que, junto con otros parientes, busquen al asesino que intentaba escapar cruzando un río. Apenas lo encontraron, se abalanzaron sobre él y acabaron con su vida. Esa experiencia marcó la vida de Juan. Poco a poco se fue adentrando en el mundo de las drogas y las pandillas, y perdió el control de su existencia. Conitnúa leyendo en https://bit.ly/3pb1JUJ