El policía había sido enviado a torturar al pastor y arrestar a la familia de comprobarse que eran cristianos. Llamó a la puerta buscando al jefe de la familia, pero solo estaba la hija del pastor, una niña de 9 años. “Estoy buscando al Sr. X. ¿Vive aquí?”, preguntó el policía. La niña respondió: “Sí, es mi padre, pero no está en casa. Si quiere, puede entrar y esperarlo”. El policía entró a la casa y esperó a que regresara el pastor.
El líder tardó un poco en regresar, por lo que la niña dijo que era hora de comer y preparó una comida para ella y el policía. Antes de comer, la niña dijo: “Estoy acostumbrada a orar antes de las comidas. ¿Usted también hace eso?”. El policía dijo que no, y ella oró: “Padre Celestial, muchas gracias por cuidarnos y por esta comida. Gracias, Señor, por traer a este buen hombre a nuestro hogar. En el nombre de Jesús, amén”.
Intrigado, el oficial de policía quedó impactado por el amor mostrado por la niña cristiana, y cuando el pastor llegó a casa, dijo: “Su hija fue muy amable conmigo. Ella oró y me dijo que era un buen hombre, pero yo sé que no soy un buen hombre”. Entonces, le pidió al pastor que le hablara sobre su fe cristiana y después de escuchar el Evangelio, decidió convertirse. “Yo también quiero seguir a Jesús”, declaró el policía, quien había ido a la casa del pastor para hacerle daño, pero terminó convirtiéndose en cristiano.
*Nombres y lugares modificados u omitidos por razones de seguridad
**Imagen referencial