David Jeremiah
Los estudios muestran que empezar a vivir juntos antes del matrimonio no es garantía de una permanencia matrimonial, pero hay una cifra estadística del siglo XXI que es muy clara: más y más parejas están considerando al matrimonio como opcional.
En Estados Unidos, en 1977, menos de un millón de parejas, entre personas de sexo opuesto, vivían juntas sin casarse. En el 2007 esa cifra subió a 6.4 millones de parejas, entre personas de sexo opuesto, cohabitando sin casarse; o sea, cerca del 10 %. Queda claro que en la cultura en la que hoy vivimos se ha perdido mucho de lo que verdaderamente significa el matrimonio.
Un centro de investigación y una revista hallaron algunas respuestas sobrecogedoras del público estadounidense. En el 2010, cuando en una encuesta se les preguntó si el matrimonio era obsoleto, cerca del 40 % de los encuestados dijo que sí; y entre los que estaban en la edad tradicional de casarse, es decir entre los 18 y 29 años, la cifra llegó al 44 %. Así que el 44 % de los que estaban en edad de casarse pensaban que el matrimonio ha llegado a ser obsoleto.
¿Cuáles son los efectos de la obsolescencia creciente del matrimonio? Siempre es fácil hacer cambios en nuestra cultura por razón de conveniencia o preferencia, pero no siempre es fácil prever de antemano el impacto que esos cambios producirán.
Cuando la Corte Suprema de Estados Unidos emitió su decisión hito en el juicio Roe versus Wade en 1973, que legalizó el aborto, nadie podía predecir el impacto que tendría en la conciencia estadounidense y en la economía del país la eliminación de 53 millones de seres humanos. Una de las principales razones por las que el sistema de Seguro Social en Estados Unidos está en problemas, aparte de la mala administración que realiza el gobierno, se debe a que faltan 53 millones de trabajadores que aporten a ese fondo. Así que fue fácil tomar una decisión para aprobar el aborto, pero no siempre es tan fácil enfrentar las consecuencias; incluso más importante que la economía es el impacto espiritual y psicológico de la extinción a voluntad de tantas vidas humanas.
Dios consideró de gran importancia que se guardaran las promesas y votos. Salomón dedica toda una sección al tema de los votos, dice: “No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras, porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de la multitud de las palabras la voz del necio. Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel que fue ignorancia…” (Eclesiastés 5:2- 6). Jesús dijo esto: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37). Sin embargo, muchos están echándose para atrás de los votos matrimoniales que pronunciaron.
De nuevo las palabras de Salomón dan en el blanco: “Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto” (Eclesiastés 4:12). Una persona soltera en nuestra cultura actual es, por lo general, la más vulnerable sobre la faz de la Tierra. La simple añadidura de un cónyuge más que duplica la fuerza del individuo contra la adversidad, los parientes políticos y familia extendida son útiles conforme el cordón se vuelve más fuerte. Pero ese cordón fuerte se deshace rápidamente cuando el matrimonio fracasa y se rompen los votos, e incluso para aquellos ex cónyuges y familias que hacen todo lo que pueden para fortalecerse unos a otros, después de un divorcio, el cordón ya se ha roto.
El diseño de Dios para el matrimonio es un hombre y una mujer en unión vitalicia, proveyendo amor, estabilidad, madurando.
Es como un cordón que mantiene unida a la sociedad; mientras más débil el cordón, más débil la sociedad.
UN MATRIMONIO SIGNIFICATIVO
La definición bíblica del matrimonio se remonta a la creación del mundo; fue en el principio que el orden natural fundamental y humano quedó establecido, los cuerpos celestes que rigen los cielos de la noche y el día, los seres humanos como portadores en la Tierra de la imagen de Dios, los seres humanos como mayordomos de toda la creación, la comisión de poblar la Tierra, la relación del ser humano con los animales, las dietas del hombre y de los animales, y la creación y designación de la mujer como compañera del hombre, y en el caso del matrimonio, la receta de Dios para el compañerismo humano (Génesis 2:24).
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). Aquí algunas implicaciones.
1) El matrimonio es para la mayordomía de la creación. El matrimonio no impone orden, sino que tiene un propósito mucho más profundo. Es fundamental para el mismo diseño de la vida en la Tierra; es la unión de una pareja cuyo potencial para crear sinergias como matrimonio, es superior al que podrían lograr como dos individuos separados que simplemente viven juntos. Dios creó al hombre y a la mujer para actuar como mayordomos de la creación, portadores de la imagen de Dios en toda la Tierra.
El matrimonio lo instituyó Dios, cuando fue creado el hombre y la mujer.
2) El matrimonio es una alianza entre un hombre y una mujer. El matrimonio no es una unión entre múltiples hombres o mujeres, es la unión de un hombre con una mujer. Todo el debate en décadas recientes en cuanto a la definición del matrimonio, y según se refleja en las cifras estadísticas, todo eso se basa en un rechazo de este modelo de la creación de un hombre y una mujer.
Nada podría ser más claro en la Biblia, en cuanto a lo que constituye un matrimonio a la vista de Dios, no importa lo que alguien diga o cuántos opinen al respecto. El matrimonio es un hombre y una mujer, a quien Dios une en compañerismo, aun cuando no sean cristianos, el matrimonio es con todo obligatorio en lo que tiene que ver con el mundo, porque empezó al principio del mundo y brota del corazón de Dios mismo. El matrimonio es para la mayordomia de la creación y es compañerismo entre un hombre y una mujer.
3) El matrimonio es una unión permanente. La noción de que los dos llegan a ser una sola carne se ilustra en última instancia en la unión sexual del hombre con la mujer. Jesús firmó la permanencia del matrimonio: “Así que ya no son más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).
Aquí está la condición por la cual se divorciaban; se concedió solo debido a la dureza de corazón, como Cristo les dijo a los expertos en la ley del Antiguo Testamento (Mateo 19:8). El Matrimonio es indisoluble, la unión es permanente. Dios tenía un propósito y un plan para que el matrimonio sea permanente.
4) El matrimonio es primordialmente una unión espiritual. Los seres humanos fueron creados como seres físicos y espirituales; la unión no es cuestión de unión física, sino también cuestión de unión espiritual. La cultura moderna se equivoca en esto cuando las parejas escogen unirse físicamente sin ningún compromiso espiritual.
El apóstol Pablo destacó la unión espiritual en 1 Corintios 6:15 -17, cuando advirtió a los hombres creyentes respecto a unirse con una ramera y llegar a ser una carne con ella; luego dijo que “el que se une al Señor, un espíritu es con Él”. No estamos unidos a Jesucristo físicamente, sino que estamos unidos espiritualmente con el Señor. El matrimonio entre dos personas que son seguidoras de Cristo es un arreglo tridimensional. No es simplemente el hombre y su relación con su esposa, es el hombre relacionándose con Dios y la esposa.
Esa es la dinámica del matrimonio cristiano, que el matrimonio es conocerse el uno al otro, amarse el uno al otro, pero también conocer a Dios, mientras más se acerca usted al Señor y llega a conocerle, más se acercarán el uno al otro, el matrimonio es una unión espiritual.
5) La prioridad del matrimonio es la procreación. “Fructificar y multiplicarse”, fue la primera comisión dada a la humanidad, en el mismo principio de nuestra historia. Génesis 1:28, dice: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la Tierra y sojuzgadla”. Eso fue repetido luego en lo que se llama el segundo principio de la humanidad, después del gran diluvio, en Génesis 9:1, leemos: “Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la Tierra”.
Consideren las siguientes palabras de un erudito: ¿Por qué deberíamos impedir que dos personas que se aman la una a la otra se casen? Este es el problema, el matrimonio se define como la unión legal de dos adultos de sexo opuesto, que no son parientes consanguíneos entre sí; esta es la definición básica. Ahora, imaginémonos que revisamos la definición para permitir el matrimonio entre homosexuales; que tal si un grupo de mormones, unido con un grupo de musulmanes, presiona la legalización de la poligamia, la argumentación procedería según esta línea: quiero tener cuatro esposas, porque yo las amo a ellas y ellas me aman a mí; otro dice: ¿por qué no puedo casarme con mi hermana? Y luego uno hace otra afirmación más exótica: yo amo a mi perro y mi perro me ama.
En la noción bíblica el amor es como el aire que respiramos, rodea y hace posible la vida fructífera que Dios ha diseñado. El apóstol Pablo escribió que el amor es la mayor de todas las virtudes, como leemos en 1 Corintios 13:13, el amor es el motivador y acondicionador de todas las acciones de la vida, incluyendo el matrimonio. Pero el amor no es la única razón para casarse según el diseño de Dios, muchos abordan el matrimonio como la necesidad de ser amados y consideran que hallar el amor es una razón para casarse, pero con bastante frecuencia descubren que su cónyuge imperfecto no puede amarlos perfectamente ni lo suficiente, y entonces el matrimonio se desbarata. Solo el amor perfecto interminable de Dios en Cristo Jesús puede llenar un matrimonio con suficiente amor para hacer que funcione.
En el huerto del Edén, Dios creó y unió a dos personas perfectas y sin pecado, un hombre y una mujer, que conocían el perfecto amor de Dios; no se casaron para hallar amor, sino para andar juntos en unidad y cumplir el propósito para el que Dios los creó, cuya tarea primaria es procrear y criar a la próxima generación.
6) El matrimonio es el principal bloque de construcción de la sociedad. Aparte del matrimonio, Dios no instituyó en el huerto del Edén ninguna otra organización o estructura para la humanidad. Dios tenía el propósito de que el matrimonio fuera el eslabón sólido en la cadena de progreso y sociedad humanos. Matrimonios fuertes, y los hijos y familias resultantes sirven como una fuerza organizadora. No solo los matrimonios leales sirven como conducto para la canalización y contención de la energía sexual y emocional de los adultos, sino también como una fuente de sabiduría e instrucción para las generaciones sucesivas de hijos que surgen para tomar su lugar en la sociedad. Es de matrimonios fuertes y leales que los más jóvenes aprenden lo que se necesita para formar un oasis de amor, orden y fuerza en un desierto cultural de arena moral movediza cuya forma cambian a diario los vientos de la conveniencia o preferencia.
Tenemos que recordar que Satanás no se acercó a Adán soltero con la tentación de desobedecer a Dios, esperó hasta que el matrimonio (bloque fundamental de Dios para la edificación) estuviera en su lugar y atacó a la pareja. Uno hubiera pensado que habría sido más fácil atacar a una persona en lugar de dos, pero el ataque no fue simplemente contra la humanidad, sino también contra el matrimonio, fue un esfuerzo de producir división y romper la armonía entre seres humanos, así como también entre los seres humanos y Dios.
Satanás continúa esa misma estrategia hoy. Sabe que según marcha el matrimonio, también marcha la estabilidad de la sociedad en el mundo; mientras más trastorno pueda producir en las sociedades atacando y trastornando matrimonios, eso es mejor para sus esfuerzos de hacer que las personas quiten sus ojos de Dios y se dediquen a procurar su propia supervivencia.
Si Dios instituyó el matrimonio y la familia, y si hay un mal llamado Satanás que hace la guerra contra los propósitos creativos de Dios en el mundo, no debería sorprendernos que los cimientos divinos de esas instituciones se encuentren bajo ataque masivo en años recientes.