José Soto
07 de Noviembre del 2014
La Eficacia del Evangelio de Dios
“Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” Romanos 1:16.
Ese es el Evangelio que tiene en sí mismo un poder sobrenatural. El Señor encomienda a su Iglesia llevar este mensaje. “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:15, 16). Esa es el principal encargo, llamada LA GRAN COMISIÓN DE LA IGLESIA DEL SEÑOR, es decir, ser depositaria para entregar al mundo un mensaje que Dios le ha dado, un mensaje que no sólo son palabras, sino una experiencia viva que tiene todo aquel que ha nacido de nuevo y por lo tanto tiene que predicarlo.
Hay un poder sobrenatural y salvador en el mensaje de Dios, como dice Pablo: “Cerca de ti está la Palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la Palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:8, 9).
El poder que envuelve el mensaje que predicamos, es el que ha venido del cielo, es el que Dios nos ha dejado. Nosotros sólo somos voceros, porque el VERBO, la PALABRA, es CRISTO. Cristo es la sustancia, es la estructura de este mensaje y cuando se habla bajo el poder del Espíritu de Dios, con una experiencia firme y una vida entregada al Señor, contamos entonces con un arma poderosa capaz de pisotear al diablo.
Algunos quieren componer la sociedad educándola, el pecado no desaparece con la educación, la educación es importante y ocupa su lugar. Siempre decimos a los jóvenes en nuestras congregaciones que hay que estudiar, que salgan profesionales, ingenieros, arquitectos, doctores, etc.; queremos que no solamente tengan una profesión, sino los valores, los principios cristianos, que deben gobernar una buena sociedad, gente que puedan tener fundamentos del temor de Dios. Nosotros somos por la gracia de Dios, creadores y propugnadores de valores verdaderos, de principios profundos, de costumbres y hábitos que honran al ser humano.
Ahora conocemos que es el poder del Evangelio de Dios el que transforma, porque el mensaje de Dios resulta eficaz para muchas vidas. Amén.
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