José Soto
08 de Abril del 2015
¿Qué quieres que yo haga?
Rev. José Arturo Soto
“Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.” Hechos 9:5-6.
Convencido de que hacía lo correcto, Saulo de Tarso perseguía a los cristianos sin misericordia con la meta de extirpar de ellos la fe en Jesucristo. “Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel” (Hechos 8:3). Definitivamente, Saulo ignoraba que él era una marioneta en las manos del diablo, y que éste estaba usando su fanatismo religioso para perpetrar sus ataques contra la Iglesia de Cristo.
Dios estaba esperando, pues, el momento oportuno para cruzarse en el camino de Saulo. Y ese momento llegó cuando éste se estaba dirigiendo a Damasco, con la intención de atacar y arrestar a los cristianos refugiados allí. Cuando Cristo se reveló a Saulo, éste le abrió su corazón e hizo una pregunta que cambiaría para siempre su existencia: “¿Qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6).
“Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer” (Hechos 9:6). Saulo quedó ciego; mas siguiendo las directrices de Dios, entró en Damasco y esperó allí, y estuvo tres días en ayuno.
Mientras tanto, Dios le ordenó a Ananías que fuese a orar por Saulo. Dios le reveló a aquel discípulo humilde cuál sería el ministerio de Pablo. “El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre” (Hechos 9:15-16).
Amado, ¿puede Dios contar con usted? ¿Está usando su potencial para la gloria de Dios y el beneficio tanto del mundo como de la iglesia? Es hora de que nos pongamos a trabajar, y desenterremos el talento que hemos escondido bajo tierra. Amén.
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