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José Soto
26 de Junio del 2015

Subamos y tomemos posesión

Rev. José A. Soto

“Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto? Entonces toda la multitud habló de apedrearlos…” Números 14:1-11.

Cuando Israel se acercó a la frontera de la tierra prometida Dios le dijo a Moisés: “Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos” (Nm. 13:2). La idea fue de Dios y se la trasmitió a Moisés y mandaron doce príncipes de acuerdo al mandato de Dios, era gente que tenía liderazgo, que tenía influencia, uno de cada tribu. No iban para ver si era cierto lo que Dios decía, sino por razones estratégicas, los mandó para que vayan a espiar la tierra prometida.

Se puede decir que en los doce espías hubo entusiasmo por aquella tierra. El pueblo oía atentamente el informe que decían: “Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella” (Nm. 13:27). Básicamente era eso lo que decía el informe, inicialmente el problema vino después, cuando diez de los doce espías volvieron atemorizados y parece ser que el temor fue mayor que el entusiasmo, aquel temor fue trasmitido a la mayoría del pueblo el cual creyó a los diez y no a los dos que decían: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” (Nm. 13:30).

Era un mensaje que tenía poca fuerza, era el sentir de dos de aquellos espías que habían entendido las cosas del Señor. Dios quería que el pueblo tomara posesión de la tierra, el Señor no deseaba que por treinta y ocho años más el pueblo se atrasara en experimentar la bendiciones que les había prometido, Dios quería que ese fuera el momento. A dos años de haber salido de Egipto, Dios quería que el pueblo entrara y tomara posesión de aquella tierra y disfrutara de todas las bendiciones. ¿Qué es lo que tenían que hacer? Creer solamente.

Los doce espías exploraron la tierra y encontraron como Dios les había dicho. Era buena tierra cultivable, fértil, hermosa, un lugar lindo y fructífero, Dios no les había engañado. Recordemos que ellos venían de la esclavitud en Egipto, dos años atrás eran esclavos, un esclavo no tiene necesariamente que vivir cómodamente, en Egipto ellos vivían en una pobreza al máximo. Tenían dos años en el desierto y ahí tampoco se vive cómodo, en el desierto lo que hay es arena, lo que hay es sol. Ahora vieron una tierra que es el cumplimiento de Dios, una tierra hermosa para vivir, con características especiales para tener todo lo necesario, para vivir y desarrollarse en ese lugar, eso lo vieron los doce espías, tuvieron esa visión inicial.

Pero diez de los doce quedaron muy impresionados por las dificultades que representaba el poseer esa tierra, se fijaron en los problemas, miraron que había ciudades fortificadas en Canaán. Tal vez esperaban que todo estaba sereno y tranquilo, pero encontraron ciudades amuralladas, fortificadas, empezaron a examinar a la gente y vieron personas que estaban preparadas para la guerra; empezaron a examinar otras áreas del país y se encontraron nada menos que con los descendientes de Anac, una raza de gigantes, gente de casi tres metros de altura, en aquel tiempo los preparaban para la guerra.

Josué y Caleb actuaron bajo el principio de que Dios es mayor que las circunstancias. No importa cuán grande sea la circunstancia y la dificultad, Dios es mayor que ese problema, mayor que esa enfermedad, mayor que esa expresión diabólica, el que está con nosotros es mayor que el que está en el mundo. Su visión fue otra.

Los diez espías están llegando hasta tan bajo, que dicen: “Y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así le parecíamos a ellos al lado de ellos” (Nm. 13:33). Pero habían dos que decían: “Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos” (Nm. 13:30).

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