Deanna no sintió contracciones, por lo que le indujeron el parto provocando. “Estaba tan preocupada y tenía tanto dolor que pensé: ‘¿Sobreviviré a esto?’”, dijo Deanna. Siendo llevada a una cesárea de emergencia, su esposo, Lee, pidió a toda su familia y hermanos de su iglesia a orar por la salud de su esposa e hijo. “Dios, por favor, me lo prometiste”, dijo gritando en el pasillo del hospital mientras recordaba la promesa de Dios para ambos.
Durante la cesárea, se rompió el útero de Deanna y perdió mucha sangre, pero logró recuperarse; sin embargo, su bebé nació sin ritmo cardíaco. Los médicos enseguida comenzaron a reanimarlo, y 23 minutos después, el bebé Jack comenzó a respirar de nuevo para ser trasladado a la NICU de un hospital en Alabama.
El equipo médico que estaba llevando ese caso informó que existía una alta probabilidad de que el bebé tuviera un daño cerebral, parálisis cerebral o problemas con su desarrollo. Entonces tanto sus padres como su familia y hermanos en la fe hicieron una cadena de oración a favor de la vida del pequeño, la cual se promovió por redes sociales.
Varias semanas después, el bebé Jack salió del hospital completamente recuperado, demostrando que la fe venció un pronóstico médico. Hoy en día, Jack está creciendo sano y sin secuelas de lo sucedido. “Tienes un bebé milagro. No hay otra explicación que no sea un milagro”, le dijo el médico a la madre.
Aun después de tres años, Lee y Deanna siguen alabando a Dios por lo que hizo en su vida y por darles a su bebé milagro. “No pasó nada de lo que podía haber pasado. Dios lo sanó, no está bien, está muy bien”, dijo Lee. “Si Dios no hubiera intervenido, quizás no estaríamos aquí. Muchas gracias por las oraciones, estoy abrumada por la bondad de Dios”, finalizó la madre.