José Joaquín Ávila, una de las figuras más emblemáticas de la Iglesia evangélica en Puerto Rico y del entorno pentecostal, partió al encuentro con el Señor Jesucristo el pasado 28 de junio luego de cincuenta y tres años al servicio de la propagación del cristianismo a nivel mundial. El ilustre predicador, conocido a nivel internacional como Yiye, falleció en su residencia, de un infarto cardíaco mientras dormía.
Ávila, quien cosechó en vida el reconocimiento de líderes religiosos, sociales y políticos de todo el mundo, nació en Camuy, Puerto Rico, el 12 de septiembre de 1925. Antes de entregarse a Dios, se graduó en ciencias naturales y pre-medicina en la Universidad Interamericana. Asimismo, trabajó por veintidós años como profesor de química y biología. También se destacó como fisicoculturista y llegó a ser “Mister Puerto Rico” y “Mister Norteamérica” a inicios de la década del cincuenta. Sin embargo, en 1956 una artritis reumática crónica le impidió continuar con su carrera deportiva.
Según su testimonio, en 1960 tuvo una experiencia personal con el Todopoderoso y fue sanado de forma milagrosa. Entonces, se convirtió a la fe cristiana y se comprometió a predicar la Palabra para dar testimonio del poder del Altísimo. Siete años más tarde, tras abandonar su trabajo secular, se transformó en misionero a tiempo completo. Luego, en 1972, invitó a varios amigos, familiares y vecinos para formar el ministerio “Cristo Viene”.
Con el paso del tiempo, la labor evangelizadora de Ávila se extendió por diferentes países de Sudamérica, América del Norte, Centroamérica y Europa. Sus innumerables campañas lograron la liberación espiritual y sanación de millares de personas gracias al poder de Dios. Yiye, además, se caracterizó por proclamar que la venida de Jesús era inminente y por pedir para los pecadores su rápida salvación. Su trabajo tenaz a favor de la causa de Cristo, del mismo modo, lo llevó a crear en 1988 una emisora de televisión llamada “Cadena del Milagro”, que llega a más de ciento veintiocho países.
El último tramo de la existencia terrenal del reverendo Yiye estuvo marcado por duras pruebas de fe. En 1989, el predicador sufrió la pérdida de su hija mayor, Carmen Ilia Ávila Talavera, quien fue asesinada brutalmente por su esposo en Estados Unidos. Veinte años después otra de sus descendientes, Iris Noemí Ávila Talavera, pastora del concilio “Sed Lleno del Espíritu Santo”, murió en un accidente de tránsito en Venezuela. Sin embargo, él no se hundió en el dolor, se aferró al amor y promesas de Jesucristo para enfrentar ambos decesos.
El día de su adiós físico, acontecido dos días después de su muerte, cientos de personas se congregaron para despedirlo en el cementerio municipal Remanso de Paz en Camuy. Durante el sepelio, la viuda de Ávila, la hermana Carmen Talavera, estuvo acompañada de su hija Doris y sus nietos y bisnietos. Miguel Sánchez Ávila, uno de sus nueve nietos, se dirigió a los presentes y afirmó: “para nosotros, esto representa una pérdida física muy fuerte, pero el Cielo recibe a un guerrero y a un baluarte. El ministerio no era de Yiye, el ministerio era de Dios para Su pueblo”.