La historia de Israel encierra un importante mensaje para la Iglesia de hoy: el plan de Dios triunfa a pesar de las vicisitudes que sufra su pueblo, la oposición de sus enemigos y el fracaso humano. En el libro de Josué vemos a Israel “imponente como ejércitos en orden”, tomando posesión de su heredad sin que nada pueda oponérsele. El libro de los Jueces nos muestra cómo Dios suscita libertadores, algunos muy indignos como Sansón, para librar a su pueblo en momentos de crisis. A pesar de la ignorancia espiritual, la inmoralidad y el caos social de aquella época de los jueces, existían la bondad y la piedad, como se ve en el libro de Rut.
Obra del misionero Pablo Hoff Becker, el tomo “Los libros históricos” constituye una herramienta útil de fe para el pueblo creyente de habla hispana. El texto de Hoff está conformado por la segunda división del Antiguo Testamento, que comienza con Josué y termina con Ester, y a largo de sus más de doscientas ochenta páginas se narran la conquista Canaán y el establecimiento de Israel en ese país, su posterior florecimiento, decadencia y caída. Además se reseña el cautiverio babilónico y la restauración del pueblo israelita a Palestina.
Los jueces procedían de distintos estratos de la sociedad, y hasta hubo entre ellos una mujer. Tuvieron, sin embargo, dos rasgos en común: fueron especialmente elegidos por Dios para librar a su pueblo y fueron investidos por el Espíritu para llevar a cabo su misión. Por regla general no tenían milagros como credenciales: solamente obtenían victorias. Tenían muchos defectos morales, pero también tenían valentía; algunos, como Jefté y Sansón, son contados entre los héroes de la fe en Hebreos 11. Su obra era brutal y despiadada, pero era una lucha por su vida y por la defensa de la existencia misma de su pueblo.
Hoff, siervo del Todopoderoso con más de cuarenta años de servicio en América Latina, en el prólogo de su libro exhorta a que antes de leerla se estudie el texto bíblico que corresponda a cada parte de la obra. Así el autor estadounidense, en el preámbulo de “Los libros históricos”, sentencia que: “debemos tener presente que la Biblia es la mejor intérprete de sí misma, y que el creyente tiene la unción que le enseña todas las cosas. Dios habla hoy a través de su Palabra, pero debemos leerla, tener un corazón atento para oír la voz divina”.
Rut, un personaje
El diminuto libro de Rut es un verdadero idilio (obra acerca de una vida bucólica y pastoral sencilla y agradable). Es una de las historias más encantadoras de la literatura hebrea. Fue escrito en un estilo literario lleno de interés humano, tragedia, humor y amor. Todos sus detalles concuerdan perfectamente con la región y la época descritas. Además, Rut figura en la genealogía de uno de los más importantes personajes en la historia de Israel: David. No es probable que un autor de novelas trazara el origen ancestral del famoso rey hasta una moabita. Finalmente, el Nuevo Testamento habla de Rut como un personaje histórico (Mateo 1:5).
“Los libros históricos”, que abarcan aproximadamente un período de ochocientos a mil años, en opinión de Pablo Hoff se deben estudiar, en primer lugar, porque buena parte del resto de las Sagradas Escrituras quedaría incomprensible si se desconociera el relato fidedigno de Israel. Asimismo, porque complementan la historia contenida en el Pentateuco y hace comprensibles algunos Salmos y los libros proféticos. También, según Hoff, iluminan verdades neotestamentarias. Además, esta obra enseña grandes lecciones morales y espirituales.
Samuel comprendió que su ocaso había llegado. Por lo tanto, renunció a su cargo de gobierno para dar lugar a otro hombre que sería soberano de la nación. Sin embargo, no abandonaría su cargo profético ni dejaría de interceder por el bien de la nación. En su discurso de despedida, apeló a la historia de Israel para indicar que Jehová siempre se había revelado como el verdadero rey de Israel, y había tratado con el pueblo de acuerdo con su actitud ante la Ley. La historia de Israel era una repetición de pecado, servidumbre, dolor y salvación. Afirmó que la monarquía por sí misma no los salvaría de los altibajos del pasado.
En los libros de Samuel, Reyes y Crónicas, el autor afirma que se observan no sólo el establecimiento de la monarquía en Israel y su florecimiento, sino también su decadencia hasta el punto de parecer que se apagará la lámpara del conocimiento del verdadero Dios. Guiado por el Señor, Hoff igualmente refiere que los pensamientos expresados en su obra fueron construidos con la idea de ayudar a comprender y apreciar mejor la historia de Israel, pueblo que preparó el camino para aquel que redimiría a la humanidad.
Mente y corazón
Israel llegó al apogeo de su gloria material en el reinado de Salomón. Las características de su reinado fueron: justicia, paz, prosperidad y prestigio internacional. Así su gobierno se asemeja al cuadro del reino milenario pintado por los profetas. David había establecido el reino hebreo sobre fundamentos sólidos; había vencido a los enemigos de Israel y extendido los límites de la nación al mayor alcance de su historia. Había formado también un fuerte ejército para conservar la paz. Por lo tanto, Salomón cosechó los beneficios de la labor de su padre, con una brillante posibilidad de éxito.
Teólogo y autor de varios libros cristianos de amplio uso en iglesias, institutos bíblicos y seminarios de Latinoamérica, Hoff colocó en puntos estratégicos de “Los libros históricos” una serie de cuestionarios que contribuyen a reforzar el aprendizaje del contenido de su publicación. Del mismo modo, el misionero realizó de forma oportuna una secuencia de reflexiones orientadas a despejar las dudas que se puedan presentar a la hora de leer el texto. Además, el objetivo primordial del autor norteamericano apuntó a ayudar a los obreros cristianos en su formación.
Los israelitas escucharon atentamente mientras Esdras leyó la Palabra desde un estrado de madera levantado para esta ocasión. Después les dio la oportunidad a los levitas de explicar el sentido de la Ley al pueblo, haciéndosela entender. Cuando Esdras comenzó a alabar al Señor, muy pronto se oyeron exclamaciones de “¡Amén!” de parte del pueblo. Así se demostró que la Palabra había alcanzado tanto a la mente como al corazón de los oyentes. La explicación de la Palabra fue tan eficaz, que el pueblo se dio cuenta de que había pecado y que necesitaba a Dios. El arrepentimiento del pueblo produjo llanto en él, pero Nehemías y Esdras hablaron palabras de consuelo.
¿Alguna vez se ha imaginado una Biblia que no incluyera las historias de Josué, Sansón, David y Elías? El creyente y escritor Pablo Hoff responde que sería una Escritura inmensamente empobrecida, mucho menos interesante; una Biblia que carecería de los libros históricos. Unos libros históricos que, desde la visión de Hoff, señalan cómo se cumplió al pie de la letra el mensaje profético y revelan la forma en que los repetidos fracasos de Israel demuestran claramente cuán importante era que la Ley por sí sola efectuara la verdadera salvación.
El libro de Ester, junto con Cantares, se distingue de los otros libros de la Biblia porque evita nombrar a Dios y no enseña la Ley ni la religión judía. Sin embargo, la historia de Ester revela por doquier la mano de Dios sobre su pueblo. El libro relata cómo Dios empleó a una hermosa doncella judía para librar a su pueblo disperso en el imperio persa del peligro de muerte que se cernía sobre él. Ilustra magníficamente la providencia de Dios. La palabra providencia viene del latín “pro” y “videre”, y quiere decir “mirar adelante” o “prever”. El Dios que todo lo prevé, planea de antemano sus buenos propósitos para con sus hijos y luego los lleva a cabo.
Ampliados:
“Los libros históricos”, que abarcan aproximadamente un período de ochocientos a mil años, en opinión de Pablo Hoff se deben estudiar, en primer lugar, porque buena parte del resto de las Sagradas Escrituras quedaría incomprensible si se desconociera el relato fidedigno de Israel. Asimismo, porque complementan la historia contenida en el Pentateuco y hace comprensibles algunos Salmos y los libros proféticos.
Israel llegó al apogeo de su gloria material en el reinado de Salomón. Las características de su reinado fueron: justicia, paz, prosperidad y prestigio internacional. Así su gobierno se asemeja al cuadro del reino milenario pintado por los profetas. David había establecido el reino hebreo sobre fundamentos sólidos; había vencido a los enemigos de Israel y extendido los límites de la nación al mayor alcance de su historia.