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Literatura
24 de Octubre del 2016

Filipenses

Un libro del escritor William Hendriksen que contiene una serie de comentarios que fueron delineados por su autor de manera escrupulosa y cuidadosa entorno a la epístola del apóstol Pablo.

  • Filipenses

La búsqueda de la “tranquilidad” ha comenzado, ¡y de qué manera! Los norteamericanos consumen toneladas de tranquilizantes para lograr la paz del espíritu. No sólo recurren a las drogas, sino también a los libros que sirven de sedantes. Algunos de éstos se han convertido en “best-sellers” de la noche a la mañana, y han alcanzado una tirada de cientos de miles de ejemplares en una sola edición. Pero tales “tranquilizantes de paz” pueden hacer más mal que bien. Si alguien desea saber cómo se obtiene la verdadera paz o tranquilidad del corazón y de la mente, debe acudir a la epístola a los filipenses donde está escrita esta expresión.

“Filipenses”, obra del escritor evangélico William Hendriksen, contiene una serie de comentarios, basados en las Sagradas Escrituras, que fueron trazados por su autor de forma escrupulosa y cuidadosa entorno a la epístola escrita por el apóstol Pablo. Las valoraciones y opiniones de Hendriksen, quien tomó en cuenta diversos descubrimientos arqueológicos para su publicación, están organizadas de tal forma que pueden suplir las necesidades teológicas y contestan las preguntas tanto de pastores como de creyentes.

No podemos sacar el máximo provecho del estudio de la epístola a los filipenses sin un conocimiento de la historia y de la geografía de Filipos. La ciudad de Filipos, fundada por Felipe, estaba situada en el interior a unos quince kilómetros del Golfo de Neápolis (ahora Kolpos Kavallas), al noreste de la isla de Tasos en el mar Egeo. Para llegar a Filipos por mar era necesario entrar en un puerto que, en común con otros lugares, llevaba el nombre de Neápolis (“Nápoles”), es decir, “ciudad nueva”. Fue posteriormente llamado Cristópolis probablemente por el sitio donde Pablo arribó trayendo el evangelio de Cristo.

Dividido en dos partes principales, el libro de William Hendriksen en su parte inicial incluye una introducción completa que trata el contexto histórico, fecha autoría, propósito y tema. También incluye un bosquejo que muestra la estructura orgánica de la epístola a los filipenses. Asimismo, en todos sus comentarios el autor provee de una fresca y fidedigna traducción del griego original. Escrita con erudición y sencillez a la vez, la obra es un instrumento de trabajo para la comunidad evangélica mundial.

Estudio bíblico

En el curso de su segundo viaje misionero (50-51 a 53-54 d.C.) Pablo, acompañado por Silas y Timoteo, llegó a Troas, ciudad situada al sur de lo que se cree que el emplazamiento de la antigua Troya. Aunque Troas es hoy día una ruina desierta, en los tiempos del apóstol era uno de los puertos más importantes de Asia. El barco en que hicieron la travesía debió pasar muy cerca del Helesponto en su ruta directa a la isla de Samatracia. Al día siguiente el grupo llegó a Neápolis, puerto de Filipos, donde terminó su rápido viaje de sólo dos días de duración. Desde Neápolis los misioneros continuaron en seguida a pie hacia Filipos.

“Filipenses”, que fue publicado por primera vez por la editorial Baker Book House en 1962, ofrece consideraciones prácticas y doctrinales que ayudarán a los ministros de Dios en la preparación de sus prédicas y que además contribuirán al estudio bíblico de cualquier creyente. Además, en esta obra se tratan diversos problemas de carácter más especializado a través de notas críticas. De este modo, se asegura un tratamiento completo y adecuado de este libro de la Biblia incluido en el Nuevo Testamento.

Un día, cuando Pablo estaba en la cárcel, recibió una agradable visita. El visitante era Epafrodito, uno de los líderes de la iglesia de Filipos, que había sido enviado a Pablo como delegado de tal iglesia. Traía consigo un generoso donativo de los filipenses. Si hizo el viaje por tierra, tuvo que recorrer una distancia comparable a la que media entre Nueva York y Chicago. De todas maneras, fuese por mar o por tierra, tuvo que recorrer un trayecto de poco más de 1,280 kilómetros. Sin embargo, debido a la diferencia radical de los medios de transporte, el mensajero de Filipos tardó muchísimo más que lo que nosotros tardaríamos ahora.

William Hendriksen, reconocido estudioso evangélico y célebre escritor de comentarios acerca de las Escrituras, fue autor de una serie de publicaciones que abordan la mitad de los libros del Nuevo Testamento. Nacido el 18 de noviembre de 1900, Hendriksen ha sido descrito como uno de los principales y más respetados comentaristas de la Biblia. En su larga existencia, que se prolongó hasta el 12 de enero de 1982, sirvió al Señor a través de un ministerio que combinó la evangelización con la comunicación escrita.

Desde la prisión

Filipenses pertenece a un grupo de cuatro epístolas -Colosenses, Filemón, Efesios y Filipenses- que se conocen comúnmente con el nombre de epístolas de la cautividad. En ellas Pablo escribe por primera vez como preso. Al leer estas cartas notamos cuán profundamente afectado estaba el escritor por su encarcelamiento. Sin embargo, no se desanima. ¿No es él preso de Cristo Jesús, de cuya magnificencia nos habla en esta carta y también en Colosenses y Efesios? Está claro, pues, que Colosenses, Filemón y Efesios pertenecen a un mismo grupo, y que probablemente fueron entregadas a sus respectivos destinatarios por una misma persona, Tíquico.

Oriundo de Holanda, Hendriksen, en su texto sobre filipenses, afirmó que: “la estructura de las cartas que encontramos en el Nuevo Testamento es diferente de la que se emplea hoy día. Nuestras cartas terminan con el nombre del remitente, mientras que en los tiempos de Pablo se ponía al principio. Es necesario recalcar que este era el modelo que se usaba en la sociedad culta de los días de Pablo. El apóstol simplemente vertió su mensaje cristiano dentro de los moldes convencionales, hecho que salta a la vista en filipenses”.

La mano de Pablo

A la pregunta, “¿Quién escribió Filipenses?”, podemos responder fácilmente: el apóstol Pablo. Leemos, ciertamente, que Timoteo estaba asociado con él. “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos”, pero del hecho de que Pablo se expresa a lo largo de toda la epístola en primera persona del singular se deduce claramente que es en él sobre quien descansa toda la responsabilidad. Así pues, no fue Timoteo el escritor, sino Pablo. Los eruditos en general, a lo largo de los siglos, han considerado siempre a esta carta como un producto genuino de la mente y de la pluma de Pablo.

Exegeta de trayectoria dilatada, William Hendriksen en su libro “Filipenses” expone su visión sobre los escritos del apóstol Pablo. Al respecto, en sus comentarios destacó que: “al escribir o al predicar, el carácter del mensaje se verá afectado por la opinión que el predicador tenga de sus lectores u oyentes. Existirá una diferencia si los considera como justos o como grandes pecadores. Pablo rehúye ambos extremos. Él considera a sus destinatarios como son en Cristo. De esta manera, son los santos”.

Repetidas veces se ha intentado hacer un esquema metódico de Filipenses estableciendo un tema central con sus correspondientes subdivisiones. Se han sugerido diversos temas; por ejemplo, el tener la mente de Cristo, el gozo de Pablo en Cristo, etcétera. Pero tales temas o bien carecen de peculiaridad o bien pecan de exclusivismo. La verdad es que aquí tenemos una carta genuina del apóstol Pablo a su amada iglesia en Filipos. El escritor pasa de un asunto a otro tal como nosotros hacemos hoy día cuando escribimos a nuestros amigos. Lo que une estos diversos puntos no es este o aquel tema central, sino el Espíritu Santo.

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