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Literatura
07 de Marzo del 2017

Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo

Redactado para describir el período y las circunstancias en que vivió Jesucristo, el libro, escrito por Alfred Edersheim, aporta información relevante para la comunidad evangélica mundial.

  • Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo

La gran distinción que dividía a toda la humanidad entre judíos y gentiles no era solo religiosa, sino también social. Por muy cercanas que estuvieran las ciudades de los paganos a las de Israel, por frecuentes y estrechas que fueran las comunicaciones entre ambas partes, nadie podía entrar en una ciudad o en un pueblo judío sin sentirse, por decirlo así, como en un mundo distinto.

A fin de comprender con precisión la posición de la mujer en Israel, solo es necesario examinar con cuidado el Nuevo Testamento. La imagen de la vida social que se presenta allí da una visión plena del lugar que tenía en la vida privada y pública. No encontramos aquí aquella separación tan común entre los orientales en todo tiempo, sino que la mujer se mezcla libremente con otras personas, tanto en casa como fuera.

Hace dieciocho siglos y medio, la tierra que ahora yace desolada, con sus desnudas y grises colinas mirando a valles mal o nada cultivados, con sus bosques destruidos, sus terrazas de olivos y vides desvanecidas en polvo, con sus aldeas sumidas en la pobreza y en la suciedad, sus caminos inseguros y desiertos, su población nativa casi desaparecida, y con ellos su industria, riqueza y poder, presentaba una escena de belleza, riqueza y actividad casi sin par en el mundo entonces conocido. Los rabinos nunca se cansan de cantar sus alabanzas, tanto si su tema es la preeminencia física como la moral de Palestina.

Escrita para describir el período y las circunstancias en que existió Jesucristo, la obra Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo contribuye a ver con claridad lo que sucedía en aquel momento en Palestina, ingresar en los pensamientos de la comunidad judía, familiarizarse con sus hábitos, su enseñanza y culto. Además, según su autor, Alfred Edersheim, estudioso judío convertido al cristianismo, otorga un mejor entendimiento de muchas de las expresiones y alusiones del Nuevo Testamento.

Profundidad espiritual

Si Galilea podía jactarse de la belleza de sus paisajes y de la feracidad de su tierra, y de ser un centro de vida activa y la vía de comunicación con el gran mundo fuera de Palestina, Judea ni codiciaba ni envidiaba tales ventajas. Tenía otra y peculiar reivindicación. Galilea podía ser el atrio exterior, pero Judea era como el santuario interior de Israel. Cierto, su paisaje era relativamente inhóspito, sus colinas desnudas y rocosas, y tenía un solitario páramo. Pero por aquellos montes de gris limolita se cernía la sagrada historia —casi se podría decir que el romance y la religión de Israel—.

El libro de Edersheim, publicado en 1876, transporta al lector a la sociedad civil del pueblo palestino durante la época del paso terrenal del hijo de Dios. Mediante una redacción meticulosa lleva a mezclarse codo con codo con los hombres y mujeres de aquel período y ayuda a apreciarlos en sus casas y junto a sus familias, para aprender sus hábitos y maneras de hacer, y para seguirlos en su existencia diaria. Esta obra brinda significación, colorido y profundidad espiritual a las palabras de las Escrituras.

La gran distinción que dividía a toda la humanidad entre judíos y gentiles no era solo religiosa, sino también social. Por muy cercanas que estuvieran las ciudades de los paganos a las de Israel, por frecuentes y estrechas que fueran las comunicaciones entre ambas partes, nadie podía entrar en una ciudad o en un pueblo judío sin sentirse, por decirlo así, como en un mundo distinto. El aspecto de las calles, la edificación y disposición de las casas, las normativas municipales y religiosas, los modos y usos de la gente, sus hábitos y manera de hacer, y, por encima de todo, la vida familiar, estaban en acusado contraste con lo que se podía ver en otros lugares.

Pensamiento religioso

Estructurado en dieciocho capítulos, que abordan desde la descripción de Palestina en tiempos de Cristo hasta un breve bosquejo de la antigua literatura teológica judía, Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo contiene información de relevancia para la comunidad evangélica mundial. En ese sentido, Alfred Edersheim apuntó en su libro que queda mucho por hacer: seguir el progreso del pensamiento religioso, en lo que respecta al canon de la Escritura, al Mesías, a la ley, al pecado y a la salvación.

A fin de comprender con precisión la posición de la mujer en Israel, solo es necesario examinar con cuidado el Nuevo Testamento. La imagen de la vida social que se presenta allí da una visión plena del lugar que tenía en la vida privada y pública. No encontramos aquí aquella separación tan común entre los orientales en todo tiempo, sino que la mujer se mezcla libremente con otras personas, tanto en casa como fuera. En lugar de adolecer de inferioridad social, asume una parte influyente y frecuentemente conductora en todos los movimientos, especialmente en los de carácter religioso. En Israel la mujer era pura; el hogar, feliz, y la familia, santificada.

Ministro del Señor, Edersheim, quien nació el 7 de marzo de 1825, ideó su obra con el objetivo principal de ilustrar la historia y las enseñanzas del Nuevo Testamento. Al respecto, en el prefacio de su texto, el escritor cristiano afirmó: “Aquí se incorporan los resultados de muchos años de estudio. Espero anhelante que estas páginas arrojen alguna luz adicional sobre las Sagradas Escrituras y que ofrezcan renovadas evidencias, y en una nueva dirección, de la verdad de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas”.

Hubiera sido difícil ir lejos tanto por Galilea como por Judea sin entrar en contacto con un peculiar y notable tipo de individuo, diferente de todos los que le rodeaban, y que en el acto llamaría la atención. Así era el fariseo. Halagado o temido, evitado o adulado, considerado con reverencia o ridiculizado, era igualmente un poder en todas partes, tanto eclesiástica como políticamente, como perteneciente a la fraternidad más influyente, más celosa y más estrechamente relacionada, y que en la prosecución de sus fines no ahorraba ni tiempo ni esfuerzos, no temía a ningún peligro ni evitaba las consecuencias.

Tiempos de fraternidad

Judíos y gentiles en la tierra, Galilea en la época de nuestro Señor, carreteras y mesones de Palestina, hogares judíos, la crianza de los niños judíos, la educación hogareña en Israel, escuelas elementales israelitas, madres, hijas y esposas en Israel, perspectivas judías acerca de las profesiones, de los profesionales y de los gremios, el comercio, la “fraternidad” de los fariseos, relación de los fariseos con el Evangelio de Cristo y las sinagogas son algunos de los principales temas abordados por Edersheim.

Para considerar el estado de la sociedad religiosa en tiempos de nuestro Señor, se debe tener siempre en mente el hecho de que los fariseos eran una “orden” regular, y que había muchas de estas “fraternidades” en gran medida derivadas de los originales fariseos. Porque el Nuevo Testamento simplemente nos transporta entre escenas y actores coetáneos, dando por supuesto, por así decirlo, el estado de cosas entonces existente. Pero el hecho al que se hace referencia explica muchas circunstancias aparentemente extrañas, y arroja una nueva luz sobre todo. Los fariseos eran profesamente una “Chabura”, esto es, una fraternidad o “corporación”.

Fallecido el 16 de marzo de 1889, Alfred Edersheim sirvió al Señor desde 1846 y le entregó su vida a favor de la expansión del cristianismo. Predicador virtuoso y autor de varios libros religiosos, su mayor contribución a la comunidad evangélica mundial es, desde la óptica de los especialistas en literatura sagrada, la publicación de Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo. Un libro que apunta que Jesucristo, transformado en hombre, fue un personaje de su tiempo que creció dentro de un hogar religioso.

Al echar una mirada retrospectiva del fariseísmo tal como lo hemos descrito, hay un dicho de nuestro Señor que a primera vista parece casi imposible de entender. Pero es claro y enfático. “Así, que todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo” (Mateo 23:3). Pero si los primeros discípulos no debían romper en el acto y para siempre con la comunidad judía, esta instrucción era totalmente necesaria. Porque, aunque los fariseos eran solo una “orden”, el fariseísmo, como el moderno ultramontanismo, no solo había llegado a ser la principal dirección del pensamiento teológico, sino que sus principios eran solemnemente proclamados.

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