Por Sidney Mead
Parte de una reconocida familia de creyentes del estado de Connecticut, Nathaniel William Taylor se convirtió, bajo el amparo del Creador, en uno de los más prominentes teólogos de la historia del cristianismo estadounidense. Nacido el 23 de junio de 1786, fue determinante para la creación de la Escuela de Divinidad en la Universidad de Yale y desempeñó un papel protagónico en la promoción y fomento del Segundo Gran Despertar.
Descendiente de Nathaniel Taylor y Ann Northrup, Nathaniel William creció bajo el influjo de su abuelo, el reverendo Nathanael Taylor, quien le enseñó a amar a Cristo sobre todas las cosas. Además, gracias a él, un respetado siervo del Señor que estudió en la Universidad de Yale y predicó la Palabra por más cincuenta y dos años en el pueblo de New Milford, se despertó su entusiasmo por conocer a fondo la doctrina que rige el Evangelio.
FORMACIÓN RIGUROSA
En su adolescencia, Taylor fue enviado a una escuela del condado de Litchfield, dirigida por el pastor Azel Backus, en la que el reverendo Joseph Bellamy, sobresaliente predicador del siglo XVIII, había laborado. Pese a ser uno de los alumnos más jóvenes del colegio administrado por Backus, se erigió en este lugar en un estudiante destacado por su interés en su formación espiritual y construyó amistades para toda la vida.
Sobre el final de 1800, cuando apenas tenía 14 años, Nathaniel Taylor fue admitido en la Universidad de Yale, una de las instituciones educativas más reconocidas del mundo, debido a su avanzado nivel académico. Entonces, su abuelo Nathanael, antes de partir al encuentro con Jesús, tuvo el privilegio de felicitarlo por su ingreso a esta prestigiosa casa de estudios y compartió su alegría por tan memorable logro.
Debido a problemas que resquebrajaron su salud, el futuro teólogo tuvo inconvenientes para asistir de forma regular a Yale. Sin embargo, con esfuerzo y dedicación, en 1807 se graduó tras demostrar un sobresaliente desempeño universitario. Alumno aplicado, asumió el cargo de secretario de la Sociedad Phi Beta Kappa, entonces una organización literaria y de debate, cuyos miembros eran seleccionados por sus altas calificaciones.
En el campus de Yale, cuna de personajes célebres de la economía, las finanzas y la política de Estados Unidos, Taylor tuvo una activa participación en temas espirituales que contribuyeron a fortalecer su fe en el Altísimo. Escudriñador de las Sagradas Escrituras y fiel creyente de Cristo, además vigorizó su esperanza en las buenas nuevas y cifró sus expectativas en el resurgimiento del cristianismo por medio del Evangelio.
DISCÍPULO APLICADO
La Universidad de Yale, fundada el 9 de octubre de 1701, no solo fue el centro de formación que cobijó a Nathaniel, sino también el espacio donde conoció a una personalidad del evangelismo que sería determinante para su futuro: el reverendo Timothy Dwight. Nieto del teólogo Jonathan Edwards, el ministro del Señor presidía, por aquellos días, la institución con un renovado enfoque orientado a la labor evangelizadora.
Luego de culminar sus estudios, con el respaldo de Dwight, continuó su instrucción cristiana con una etapa de cuatro años en la que profundizó su adiestramiento en Teología. Además, en los dos primeros años de este período trabajó como su secretario personal y lo apoyó en sus quehaceres administrativos. Después, el 21 de agosto de 1810, una sociedad de pastores del condado de New Haven le concedió una licencia para predicar.
En febrero de 1812, tras permanecer al lado de su guía espiritual, fue llamado por la iglesia central de la ciudad de New Haven para asumir el cargo de pastor de la congregación. Pronto, el 8 de abril del mismo año, fue ordenado reverendo en un servicio conmovedor que tuvo como expositor de la Palabra de Dios a Dwight. En esa prédica, el presidente de Yale afirmó que el joven ministro debía esforzarse por la salvación de su rebaño.
Desde el púlpito más eminente del estado de Connecticut, Taylor se erigió en un predicador impactante que combinaba la solidez y claridad de su pensamiento con una destacada soltura a la hora de hablar. Hombre piadoso y experto en temas bíblicos, se concentró en atraer a los pecadores al reino del Salvador para convertirlos en nuevas criaturas. En ese sentido, los resultados de su labor evangelizadora fueron manifiestos.
En los más de diez años que lideró el templo de New Haven, el predicador aseguró la transformación de una multitud de seres atrapados en las garras del mal que aceptaron, con su orientación, a Dios como su pastor y redentor. Del mismo modo, entre 1815 y 1822 fue soporte y columna central de una serie de avivamientos que estimularon en su comunidad la fe en Jesucristo y permitieron rechazar y combatir las trampas de los infieles.
EXÉGETA ILUSTRE
Líder relevante de la comunidad cristiana de Connecticut, el investigador de la Biblia fue nombrado profesor de la cátedra de Teología Didáctica en Yale el 14 de setiembre de 1922. Su designación, que contó con el espaldarazo de las autoridades académicas, formó parte de la creación y establecimiento de un departamento teológico en el campus que luego se convertiría en la Escuela de Divinidad de la Universidad de Yale.
En los años posteriores a su nominación, el exégeta desarrolló una admirable labor docente y cristianizadora que se prolongó hasta el último día de su existencia terrenal. Conferencista elocuente y de convicciones ortodoxas, el siervo promovió una innovadora visión de las Escrituras que influiría en el pensamiento del misionero Charles Grandison Finney y revitalizaría a las congregaciones del noroeste de Estados Unidos.
Predicador enérgico, el educador cristiano proporcionó en Yale una perspectiva real del Evangelio que sus discípulos llevaron por el territorio estadounidense en misiones de fe con grandes resultados respecto a las conversiones. Influyente entre sus conciudadanos, se identificó con la utilidad del Segundo Gran Despertar, movimiento espiritual que se llevó a cabo entre 1790 y 1840, porque recuperó la esperanza en Cristo.
Defensor del arrepentimiento como el camino ideal para llegar al Todopoderoso, el reverendo brindó en reiteradas ocasiones su apoyo público a los misioneros y predicadores itinerantes que agitaron esa nación norteamericana, luego de alcanzar su independencia, con el mensaje de Jesús. Varón de principios morales sólidos, se enfocó asimismo en la conversión y transformación de la humanidad para obtener la tan ansiada salvación.
Escritor prolífico, conversador ameno y hombre sabio, Nathaniel exhibió siempre un entusiasmo inusitado por estar cerca de hombres, mujeres, jóvenes y niños carentes de fe y esperanza, a los que inspiró con su confianza en Cristo. Del mismo modo, mientras vivió, nunca abandonó la predicación dominical y de forma constante estuvo rodeado de creyentes que acudían, como él, a reuniones en las que se exaltaba y adoraba al Señor.
En la actualidad, el pastor Nathaniel William Taylor es recordado por haber formado parte de un momento crucial del evangelismo estadounidense. Falleció el 10 de marzo de 1858, en New Haven, pero su figura permanece intacta en el firmamento cristiano gracias a los esfuerzos que desplegó en el siglo XIX en beneficio de la reafirmación de la fe en Dios. Arquetipo de fidelidad a Jesús, sirvió a la causa del Altísimo con valor y ahínco.