Historias de Vida
03 de Mayo del 2020
UNA ORACIÓN POR JOHANNA
Johanna Aguayo fue diagnosticada con COVID–19. Los medicamentos paliativos no podían controlar los altos picos de fiebre y las cefaleas constantes, su vida parecía terminar. La familia oró incesantemente y logró el milagro de salvarla.
Desde hace once meses, la vida laboral de Johanna Aguayo era tranquila. Todos los días se ocupaba de la limpieza de aeronaves en el principal aeropuerto de Barcelona, España, y nada hacía presagiar que se avecinaba un drama de temibles consecuencias no solo para su familia, sino para el mundo. Cierto día llegó una aeronave proveniente de Corea del Sur que había realizado una escala en China.
Ella fue asignada a la limpieza del avión, labor que realizó con la eficiencia de siempre. Por ese entonces, España iniciaba un proceso de restricciones con el fin de evitar el ingreso catastrófico del COVID-19 que ya dejaba cientos de víctima en Wuhan, la primera ciudad china en ser atacada por la epidemia. Luego de sus labores en el aeropuerto, Johanna Aguayo regresaba a su casa para compartir el tiempo con su esposo Luis y sus tres hijos Joan, Danna y Yasman.
Dios había rescatado su hogar hace 11 años y estaban agradecidos al Creador.
PRIMEROS SÍNTOMAS
La tarde del sábado 14 de marzo, Johanna comenzó a presentar los primeros síntomas del virus. Un fuerte dolor de cabeza y el incremento de su temperatura basal fueron los indicios de que algo no estaban bien en su cuerpo. Trató de calmar las dolencias apelando a las medicinas convencionales, sin embargo, no fue suficiente. El malestar persistía y la postró en cama.
Pasaron dos días y la temperatura de su cuerpo oscilaba entre los 38º y 39º grados. Tenía tos seca, dificultad para respirar y diarreas. Las medicinas que su esposo le proporcionaba no funcionaban. Johanna fue llevaba al hospital más cercano, sin imaginar el diagnóstico que le darían posteriormente los médicos, porque ella pensaba que se trataba de una gripe fuerte. Al llegar al nosocomio, percibió un ambiente agitado, médicos y enfermeras con rostros desencajados corrían de un lado para otro a causa de las emergencias.
Tuvo que esperar cerca de dos horas para ser atendidos, mientras la fiebre seguía subiendo, Los médicos procedieron a realizarle diferentes estudios; una enfermedad preexistente, hacían que aceleraran el proceso. Fue trasladada a una sala hermética, aislada del propio personal médico habitual y de su esposo.
El desconcierto sobre las causas de tal aislamiento fue despejado cuando un médico con atuendo especial ingresó al ambiente donde permanecía. - Señora, usted tiene el virus del COVID – 19- dijo. En un primer momento, Johanna tomó el diagnóstico con serenidad. No obstante, la enfermedad que acarreaba desde joven, la hacían temer un riesgo mayor y un desenlace fatal.
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