Historias de Vida
09 de Marzo del 2022
RESCATADO DE LA CÁRCEL
Involucrado en la delincuencia, el pandillaje y la drogadicción a una corta edad, Agustín cayó preso acusado de un grave delito que lo llevó a pasar el resto de su vida en una cárcel de alta seguridad. En la oscuridad de su celda, suplicó una nueva oportunidad y conoció el poder del Dios.
ARRODILLADO EN SU CELDA, en el municipio de Mazatepe, en Nicaragua, llorando a mares, Agustín Aguilar Rivera, alias “El yunta”, imploró a Dios para que pudiera ayudarlo en el juicio que estaba por comenzar. No le importaban las mofas de los otros reclusos, solo buscaba librarse de la condena que estaban a punto de aplicarle. Recordó las varias veces que Dios, de una manera u otra, le extendió una invitación para entregar su vida.
Pero, el desenfreno de su juventud, las malas juntas y las largas horas de droga y alcohol, le hicieron rechazar la invitación. Pensaba que iba a pasar largos años en la cárcel, en la soledad y la podredumbre de una celda. Era muy joven para terminar su vida en el reclusorio; sabía que el delito que había cometido era grave y era poco probable que saliera absuelto, pero, también, entendió que Dios en su infinita misericordia podría librarlo de la prisión.
Para intimidarlo más, los policías le lanzaban frases desalentadoras y preocupantes cada vez que pasaban cerca de él. “Te vas a quedar en prisión”, “Hay muchos presos que te quieren conocer”, “Estás en grave peligro”, le decían. Esas frases dañaban su esperanza. Era consciente de que el delito que cometió era la consecuencia de una serie de malas acciones en las que venía incurriendo desde su adolescencia y que, tarde o temprano, le pasaría factura. Entre las cuatro paredes de su celda recordaba con amargura su triste pasado.
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