En esta oportunidad, analizaremos más a detalle el ADN no codificante, en el que se esconden muchos secretos que explicarían las diferencias entre el ser humano y el primate, y por qué, a nivel molecular, no es posible una línea biológica evolutiva.
Este llamado “ADN basura”, para sorpresa de muchos biólogos y genetistas, contribuye a la diversidad genética entre individuos, es esencial para el desarrollo y funcionamiento cerebral, y su estructura facilita la evolución adaptativa.
Durante más de una década fue considerado irrelevante, pero hoy se sabe que cumple funciones clave en la epigenética (control de la expresión de genes), un área que actualmente es tendencia en Biología y Medicina.
El ADN no codificante regula el proceso de decodificación de los genes productores de proteínas. También controla cómo se comportan nuestros genes frente a las presiones ambientales que enfrenta nuestro cuerpo a lo largo de la vida: tipo de clima, contaminación, ejercicio, alimentación y sueño.
El científico Samir Ounzain, cofundador de Haya Therapeutics (compañía de biotecnología), afirma que cuanto más se estudia el ADN no codificante —también llamado genoma oscuro— más se comprende la complejidad del ser humano. Y esa complejidad, afirma, nos conduce a Dios, pues los sistemas que Él ha creado poseen esa misma profundidad y diseño intencional.
Esta vasta área del genoma humano (que representa el 98% del total) se encarga de activar o desactivar genes codificadores de proteínas para permitir la adaptación climática del ser humano. Por ello, el aspecto físico puede variar de acuerdo al lugar geográfico donde se haya migrado y vivido, desde aproximadamente el 4000 a.C.
“Si piensas en nosotros como una especie, somos unos maestros de la adaptación al medio ambiente a todos los niveles. Y esa adaptación es el procesamiento de la información”, explica Ounzain. También añade: “Cuando regresas a la pregunta de qué nos hace diferentes de una mosca o un gusano, nos damos cuenta cada vez más de que las respuestas están en el genoma oscuro”.
Con este comentario final, podemos entender mejor que la clave para comprender la diferencia entre el ser humano y los animales está en esta región del ADN no codificante. Ounzain menciona animales pequeños, pero incluso aquellos que, según la genética evolutiva, están más cerca del ser humano, quedan muy distantes cuando se considera el genoma oscuro.
El mismo científico también ofrece una metáfora para explicar su perspectiva: las proteínas serían como los componentes de hardware de la vida, mientras que el ADN no codificante actuaría como el software que gestiona sus funciones y responde a la información biológica externa.
Conclusión
Espero que tus dudas se sigan aclarando y que este artículo te haya ayudado a comprender mejor este aspecto fundamental para decirle “no” a la evolución macrobiológica.
Dios te bendiga ricamente, Comunidad de Impacto Evangelístico.
