José Eduardo Da Silva ahora de 30 años, vivió en la calle durante 3 años y víctima de las drogas abandonó a su hija y a su familia motivado por las falsas amistades que lo rodeaban. “Deseaba sentirme libre y hacer lo que quisiera sin sentir culpa”, dijo recordando la cantidad de droga que consumía diariamente.
“Me había convertido en un desecho humano, con la ropa rasgada, drogado, lleno de orina y heces, mi piel cubierta de barro, nadie soportaba estar cerca de mi, ni siquiera otros mendigos”.
Al principio el no estaba interesado en el evangelio, pero reconoció que solo allí podría cambiar su vida. La iglesia Evangélica jamás desistió de ofrecerle ayuda y actualmente Eduardo se encuentra recuperado a un 100% de la vida precaria que llevaba.
Hoy es un misionero que ayuda a las personas que viven en condiciones similares a las que él vivió y dice que haber vivido en las calles le hizo entender que estas personas indigentes como lo fue él, necesitan de Dios, saber que la Palabra de Dios da vida y vida en abundancia, declaró Eduardo.
Fuente: bibliatodo.com