El testimonio de varios pastores muestra que el acuerdo de paz entre las guerrillas y el gobierno colombiano no representó el fin de la guerra y la violencia en el país. Pastores, sus familias y comunidades cristianas continúan enfrentando desplazamiento, persecución y violencia.
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Luego de la firma del acuerdo de paz, en septiembre del 2016, el presidente Juan Manuel Santos publicó en una red social: “Un nuevo tiempo comenzó para Colombia. La guerra con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) terminó”. Al día siguiente, los titulares de los periódicos conmemoraban el fin de la guerra y las calles fueron tomadas por celebraciones por la llegada de la paz. Nada podría ser más lejano de la realidad.
El pastor Álvaro Ramírez * es un líder comunitario y colaborador de Puertas Abiertas hace ocho años. Por encima de todo, es un valiente seguidor de Jesús. Él dice: “A pesar de estar aquí hace muchos años, pedí que mi denominación me transfiera. Me duele mucho dejar la aldea y empezar desde cero. Pero, las amenazas no paran y me han prohibido entrar en las comunidades río arriba. Necesitamos ayuda para salir de aquí. Él habla de la abandonada y empobrecida tierra de Chocó, amenazada por la organización guerrillera de carácter comunista Ejército de Liberación Nacional (ELN).
En el este del país, la vida del pastor Rubens * fue amenazada más de cinco veces en los últimos cuatro meses. “Primero, ellos amenazaron la vida de mis padres, después la mía. Los hombres armados ya rodearon mi casa y congregación. Cuando dos hombres armados golpearon mi puerta, yo sabía que era muy peligroso, y me escondí “, relata el pastor.
Aún hoy, el paisaje de las zonas rurales no ha cambiado mucho. El reclutamiento de menores para las guerrillas persiste. El pastor Francisco Vivas relata que en enero de 2017 consiguió permiso para rescatar a ocho niños de las manos de las FARC. Ellos habían sido secuestrados, llevados a la selva y entrenados como guerrilleros.
El gobierno colombiano no cumplió con sus responsabilidades para con los combatientes. Los servicios básicos de vivienda, salud, alimentación, etc, no fueron entregados. Con eso, algunos ex combatientes regresaron a actividad, haciendo parte de las largas filas de los disidentes y formando alianzas con los carteles de drogas.
Ante esta realidad, la Iglesia Perseguida en Colombia necesita nuestras oraciones. Ora por cambios reales y para que la verdadera paz reine en esa nación. Clama por la protección de los pastores, sus familias e iglesias, y para que sean fortalecidos en el Señor para permanecer firmes.
* Nombres modificados por motivos de seguridad.
Fuente: OpenDoors