Burundi es uno de los dos países más pobres de África. Esta nación tiene solo 300 médicos para 11 millones de ciudadanos. La falta de atención médica condujo a años de sufrimiento para el pequeño Amié Fleury, de 9 años, quien sufre una enfermedad llamada “Blount”, la cual deforma sus piernas.
Su padre, llamado Michel Ntamubano, oyó hablar de un equipo de cirugía ortopédica de la Misión Médica Mundial que estaba siendo enviado a Burundi por la organización cristiana Samaritan’s Purse, y tras tres horas de viaje, llevó a su hijo al hospital Kibuye Hope. Dan Galat, médico cristiano, dijo que el caso del pequeño era el peor que había visto.
Entonces él decidió recurrir a la oración: “Dios, a menos que me ayudes con esto, nada saldrá bien”. Y los hermanos de la iglesia también oraban por Amié. “Está claro que ese niño era verdaderamente amado y que Dios lo llevó a ese pequeño hospital con un propósito”, dijo Galat, y añadió que se sentía en paz porque sabía que no eran sus manos débiles las que realizaban las operaciones, sino las de Dios.
En pocas horas, con la ayuda de Dios, el Dr. Galat y el Dr. Ted John consiguieron enderezar las piernas de Amié. Después de algunos meses con yeso, consiguió caminar y correr con sus amigos. “Hay momentos en la sala de cirugía en la que podemos sentir la presencia de Dios con nosotros, y ese fue uno de esos momentos”, dijo Galat.
(*) Imágenes de Guiame Brasil, antes de la operación de Amié.