Canción que anima a acumular tesoros no en la tierra sino en el cielo, “El mundo no es mi hogar” es un himno que reivindica la felicidad eterna que ofrece la morada de Dios. La vieja tonada surgida en 1919, según los especialistas en música sacra de los Estados Unidos presenta una gran dosis de esperanza para la humanidad respecto al futuro que espera a los creyentes del Todopoderoso luego de la muerte.
Emanado de la tradición espiritual afroamericana, en opinión de un gran número de himnólogos este canto está ligado profundamente al compositor evangélico Albert Edward Brumley, quien realizó en 1936 los arreglos musicales que embellecieron la composición y la encumbraron en la popularidad. Nacido el 29 de octubre de 1905 en Oklahoma, el siervo del Señor demostró su fe en el Creador con su vital aporte.
“El mundo no es mi hogar”, cuya letra se basa en las Sagradas Escrituras, recuerda a los fieles la importancia de poner todos sus esfuerzos en las cosas del Creador y dejar de lado los placeres de la existencia terrenal. En ese sentido, el poema que ha sido publicado en los principales himnarios del siglo XX, apunta que, en la gloria, junto a Jesucristo, se encontrará tranquilidad, armonía y calma.
Divulgado masivamente en los años sesenta por medio de la voz de James Travis Reeves, figura de la música góspel estadounidense, el tema potenciado por Brumley es un clásico de las alabanzas modernas dedicadas al Salvador. Rose Maddox, Red Foley, Rick Foster, The Monroe Brothers, Guy Penrod, The Statler Brothers y Jerry Lee Lewis son algunos de los artistas estadounidenses que han versionado este cántico.
GRAN COMPOSITOR
Parte del Salón de la Fama de la Música Góspel, Albert Edward Brumley es recordado como uno de los mejores autores de himnos de todos los tiempos. Conocido como “El decano de los compositores evangélicos”, escribió alrededor de ochocientas canciones dedicadas a alabar y glorificar a Dios. Con el apoyo de Dios, a lo largo de su vida se transformó en un sobresaliente mensajero de las buenas nuevas de Cristo.
Entre las creaciones musicales más célebres de Brumley se pueden mencionar las siguientes: “Enciende tu radio”, “Si nunca nos volveremos a encontrar”, “Nos encontraremos por la mañana” y “Voy a volar”, que ha sido grabada miles de veces y sigue gozando de la estimación del público cristiano y secular. Músico espléndido y de gran talento, sirvió al Salvador hasta el 15 de noviembre de 1977, día en que dejó de existir.
Unida a Brumley, quien la atavió con una tonalidad peculiar, la canción “El mundo no es mi hogar” recuerda día a día a los que han decidido confiar en el Hijo de Dios la necesidad imperiosa de enfocarse en el Evangelio y desconectarse de lo mundano. Sus versos, con palabras diáfanas y luminosas, claman a depositar plena seguridad en el único amigo fiel y bueno de los humanos: el Señor Jesucristo.
EL MUNDO NO ES MI HOGAR
1
El mundo no es mi hogar, soy peregrino aquí,
en la ciudad de luz tendré tesoro, sí.
Eterno resplandor por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
Coro
Bendito Cristo, tú eres siempre fiel,
la dicha que me das más dulce es que la miel.
La célica mansión por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
2
Un himno entonaré a Cristo el Salvador,
“Digno eres, oh Señor, de gloria y honor”.
La patria celestial por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.
3
Ningún dolor habrá al lado de Jesús,
quien derramó su sangre en la cruenta cruz.
Perfecta paz allá por siempre gozaré,
y la vida mundana jamás desearé.