La infidelidad se vive como la peor traición de la pareja y se piensa que el infiel es el culpable de un grave daño a la relación de pareja, ya que, se supone que en la relación de pareja se tiene todo lo que necesita para vivir bien. Pero ¿cuáles son los factores que originan la infidelidad? ¿Cómo se puede evitar?
Según la psicología evolucionaria, es natural tanto para hombres como mujeres, a veces y bajo ciertas circunstancias, cometer adulterio o decepcionarse de su cónyuge. Cuando uno va a ver a un asesor matrimonial secular, lo más probable es que oirá a alguien que ha recibido algunas clases de psicología evolucionista, porque es lo único que se enseña en las universidades estatales.
Por eso, en el tratamiento, a menudo, se les ha dicho que deben divorciarse. Si al psicólogo le han enseñado que la infidelidad es unos de los resultados inevitables de la humanidad, qué más se podría esperar que dijera.
La infidelidad es un problema de proporciones inmensas en nuestro mundo actual. No tiene lugar solo fuera de la iglesia, sino por igual dentro de sus paredes. Se ha infiltrado en todo segmento de la sociedad y es un problema creciente.
¿Qué hay detrás del problema de la infidelidad matrimonial? En Proverbios, la Sagrada Escritura responde a la pregunta: “Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras, la cual abandona al compañero de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios. Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas hacia los muertos; todos los que a ella se lleguen, no volverán, ni seguirán otra vez los senderos de la vida.” (Pr. 2:16-19).
En este pasaje notarán tres frases, el primer problema es “halaga con sus palabras”, el segundo es “abandona al compañero de su juventud”, y el tercero es “se olvida del pacto de su Dios”. Lo que hay detrás del problema de la infidelidad en nuestra cultura actual, especialmente entre creyentes, es simplemente estas tres cosas.
I. Tres aspectos básicos se hallan en el capítulo 2 de Proverbios respecto al tema: palabras halagadoras, compañeros abandonados y pactos olvidados.
1) Palabras halagadoras
James Dobson dice que hay ciertas voces que seducen a la persona para alejarla de la vida recta, una voz que le seduce a la infidelidad. Estas voces son, según su estudio: 1°). El placer: “ven, divirtámonos, la vida te está dejando atrás”. 2°). Romanticismo: alguien que lo cuida, que se interesa en usted como persona, que quiere quererlo. 3°). Sexo: el puro placer del acto físico. 4°). Necesidades del ego: alguien le encuentra uno atractivo por su intelecto, gustos o talentos.
Dobson encuestó a cientos de personas que habían caído en la trampa de la infidelidad y cataloga la relación sexual en el punto más bajo de la escala de estas razones y pone la necesidad del ego a la cabeza, tanto para hombres como para mujeres. Dice que por lo general empieza con una conversación en la que una de las personas ve suplida una de las necesidades de su ego mediante las palabras de la otra.
Ahora, vuelva a la Biblia en Proverbios 2:16, note lo que dice en este contexto, la seductora “que halaga con sus palabras”. En Proverbios 7:13-14, dice que “con semblante descarado le dijo: Sacrificios de paz había prometido, hoy he pagado mis votos.” En el versículo 10, se nos dice que lo hace con corazón astuto
Al leer estos pasajes notarán que en casi todo contexto hay una referencia que se usa para causar esta fusión de dos personas fuera de los límites que fija la Palabra de Dios.
Al final del capítulo 7, en el versículo 21 se nos dice que “lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, le obligó con la zalamería de sus labios.” Y ¿qué fue lo que le dijo?
Esto es lo que le dijo, estas son las palabras que usó: “Las aguas hurtadas son dulces y el pan comido en oculto es sabroso” (Pr. 9:17). Ahora bien lo que el escritor de Proverbios está tratando de decirnos es que por lo general la atracción que empieza el recorrido hacia la infidelidad no es física, es emocional. Es lo que sucede cuando empezamos a tener conversaciones que suplen las necesidades, que tal vez nuestro cónyuge no está supliendo en casa, por alguna razón u otra. De repente esas palabras halagadoras empiezan a surtir efecto en las emociones.
2) Compañeros abandonados
Sobre los compañeros abandonados Proverbios dice: “La cual abandona al compañero de su juventud”. Lo que sucede en el descenso hacia la infidelidad matrimonial es que el matrimonio que empezó con pie derecho, que empezó fuerte, se vuelve descuidado. Nos olvidamos que lo mismo que nos atrajo y nos unió y nos hizo enamorarnos como pareja, son las cosas que hace que la relación se afiance y crezca.
Alguien ha dicho que hay un gran error que se comete en los libros cuando hablan de salir juntos y casarse y es que después se casan y nunca más hablan de salir juntos. Eso de salir juntos debe tener lugar en el matrimonio, tanto como tenía lugar antes de casarse, y las mismas cosas que nos atrajeron románticamente deben ser parte de la relación matrimonial. Hay un pasaje absolutamente explícito del libro de Proverbios al respecto: “Bebe el agua de tu misma cisterna, y los raudales de tu propio pozo. ¿Se derramarán tus fuentes por las calles, y tus corrientes de aguas por las plazas? Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre. ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena, y abrazarás el seno de la extraña?” (Pr. 5:15-20).
¿Qué es lo que está diciendo el escritor de Proverbios? Está diciendo que la clave para mantener la fidelidad es asegurarse de mantener ardiendo el amor en casa. No es sorpresa que el apóstol Pablo al escribir su clásico pasaje sobre el matrimonio diga que: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.” (1 Co. 7:3-5).
3) Pactos olvidados
Una de las razones más importantes que podemos hacer como parejas casadas para mantener a la infidelidad fuera, para evitar el dolor, la angustia y las heridas y lo horrible de eso es asegurarnos de proteger la relación con nuestra compañera o compañero en casa. “Palabras halagadoras”, “compañeros abandonados”, y luego note en tercer lugar “pactos olvidados”. “Y se olvida del pacto de su Dios”.
En su libro “Ama tu Matrimonio lo suficiente como para protegerlo”, Jerry Jenkins lamenta el hecho de que ya no haya suficiente énfasis en los votos matrimoniales, piensa que este es uno de los problemas más significativos en el matrimonio moderno, decimos nuestros votos una vez y jamás lo volvemos a repetirlo.
Sugiere que las parejas deben hallar maneras creativas para recordarse continuamente las promesas que se hicieron una a otro en el altar. Las siguientes son algunas de sus ideas:
Escriba sus votos matrimoniales, especialmente los que se refieren a ser fieles sexualmente en hojitas de papel, y escriba un indicio de donde su esposa puede hallar la siguiente. Luego escóndalas por toda la casa, envíele la primera por correo, puede decir “guárdame”, y luego coloque otro mensaje en el refrigerador que diga “solo para ti”. Ponga en el coche otro papel con el texto “mientras tú y yo vivamos”. Luego un cuarto con la frase “o hasta que la muerte”, y otra que dice: “nos separe”.
También sugiere que puede ser igual de efectivo llamarla por teléfono para decirle: “Hace 32 años te hice estos votos y todavía los sostengo en serio, me guardaré solo para ti mientras tú y yo vivamos o hasta que la muerte nos separe, o hasta que Cristo que por su gracia nos ha salvado, vuelva para llevarnos para estar con Él para siempre”.