Perú ha estado convulsionado en los últimos años por la agitación política, los rápidos cambios de presidente y los constantes escándalos e investigaciones. Pero esta semana fue quizás una de las más tumultuosas de la historia reciente del país. El pasado 7 de diciembre, el Congreso destituyó al presidente, Pedro Castillo, por cargos de corrupción.
Sin embargo, el presidente, tratando de frustrar la votación, anunció la disolución del Congreso y la instauración de un gobierno de emergencia, en lo que fue rápida y ampliamente condenada como un intento de golpe de Estado. La medida conmocionó incluso a los aliados del presidente optando por destituirlo del cargo.
Pero lo que inicialmente parecía una señal de la resistencia de una democracia frágil se disolvió en disturbios pocos días después, cuando los partidarios del expresidente protagonizaron ataques contra comisarías, aeropuertos y fábricas, con decenas de muertos y cientos de heridos.
El miércoles, el nuevo Ministro de Defensa decretó estado de emergencia en todo el país mientras el gobierno intentaba controlar la violencia generalizada, una medida extraordinaria incluso en un país acostumbrado a la agitación política y las protestas. A medida que pasan los días, la situación sigue poniéndose difícil y se estima que las protestas no cesarán hasta ver nuevas elecciones.
Llamamos a todo el pueblo cristiano, a un llamado especial por la crisis que viene atravesando el mundo, y especial Perú. Dios guarde a las familias peruanas y les de paz en medio de la crisis.