La historia detrás de “Grande es tu fidelidad”, como un manantial de inspiración, puede revitalizar a cualquier cristiano que piensa en su vida cotidiana y en la forma cómo sobreponerse a los momentos más difíciles que le toca experimentar. No hay historia trágica asociada con este himno. Es sólo el fruto de la inspiración de un hombre de verdad con una fe inmensa en un Dios leal. Un hombre llamado Thomas Obediah Chisholm quien dedicó gran parte de su existencia a enfrentar diversos desafíos, pruebas y decepciones siempre aferrado al amor de Jesucristo.
Chisholm escribió esta canción en 1923. Lo hizo estimulado por la fidelidad de Dios sobre su vida. Poco después de crearla la envió al compositor William Runyan, amigo suyo, quien trabajaba tanto para el Instituto Bíblico Moody y para la compañía Hope Publishing. Conmovido por la letra, Runyan musicalizó el poema y la publicó por primera vez en la ciudad americana de Kansas dentro de un folleto de canciones cristianas. El himno tiene tres versos y un coro. En los versos se habla de la fidelidad de Dios revelada a través de su Palabra, de la creación de las estaciones y de nuestras vidas.
“Grande es tu fidelidad” se convirtió rápidamente en un favorito del Instituto Bíblico Moody. Más tarde George Beverly Shea la empezó a cantar en las cruzadas evangélicas de un reconocido predicador y la introdujo en 1954 en el Viejo Continente. Ahora es conocido en todo el mundo y se utiliza para alentar a millones de cristianos a confiar en un Dios fiel.
POETA FÉRTIL
Thomas Obediah Chisholm nació el 29 de julio de 1866 en la urbe de Franklin, perteneciente al estado de Kentucky, en una humilde casa de campo. Fue educado en una pequeña escuela rural y con el tiempo, y debido a su perseverancia, se erigió en su maestro principal a la edad de dieciséis años. Después, un lustro más tarde, asumió el puesto de editor asociado del semanario “The Favorite Franklin”. Luego, en 1893, se entregó a Dios bajo el ministerio del doctor Henry Clay Morrison y se transformó en editor del “Heraldo Pentecostal” de la ciudad de Louisville.
En 1903, en los inicios del siglo veinte, Chisholm fue ordenado ministro metodista y cumplió una breve misión pastoral en la ciudad de Scottsville, del estado de Kentucky, debido a su frágil y endeble salud. Posteriormente, se trasladó con toda su familia a una granja de Indiana y se dedicó a la venta de seguros. En 1916, se mudó de nuevo, esta vez a la urbe de Vineland, en Nueva Jersey, donde continuó desarrollando su trabajo secular. Luego, al final de su larga vida, en 1953 se internó en una casa para ancianos de Ocean Grove donde vivió hasta el día de su muerte el 29 de febrero de 1960.
Su afición por la escritura evangélica fue su mayor pasión. De ese modo, demostró su gran entrega a Dios a puño y letra. Bajo esa inspiración, escribió más de mil doscientos poemas que abordan diversos temas religiosos y de fe. Dentro de sus principales canciones, además de “Grande es tu fidelidad”, se pueden citar las siguientes: “Herido fue por nuestras rebeliones”, “Resucitó”, “Ser como tú” y “Confía en el Señor de todo corazón”. Chisholm describió, alguna vez su obra musical, así: “he deseado grandemente que cada poema e himno tenga un mensaje definitivo para los corazones a quienes les fueron escritos”
GRANDE ES TU FELICIDAD
Oh, Dios eterno, tu misericordia
ni una sombra de duda tendrá;
tu compasión y bondad nunca fallan
y por los siglos el mismo serás.
Coro
¡Oh, tu fidelidad! ¡Oh, tu fidelidad!
Cada momento la veo en mí.
Nada me falta, pues todo provees,
¡Grande, Señor, es tu fidelidad!
La noche oscura, el sol y la luna,
Las estaciones del año también,
unen su canto cual fieles criaturas,
Porque eres bueno, por siempre eres fiel.
Tú me perdonas, me impartes el gozo,
Tierno me guías por sendas de paz;
Eres mi fuerza, mi fe, mi reposo,
Y por los siglos mi Padre serás.