En una entrevista para la publicación cristiana Christianity Today, el Dr. James Dobson expresó: “La cultura actual ha cambiado totalmente. Las niñas están creciendo demasiado rápido; la influencia de la industria del ocio y de los medios ha cambiado todo. Las niñas están expuestas a cosas que sus madres y sus abuelas nunca experimentaron. La época de la niñez se ha acortado y las niñas son lanzadas a tener experiencias de adolescentes demasiado pronto, piensan en la sexualidad demasiado jóvenes y eso les crea gran presión. Hay indicios de los problemas emocionales que sufren, los cuales se manifiestan a veces en trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia; el 90 por ciento de las víctimas de ellos son niñas, a veces hasta de cinco años.
No hace mucho un fabricante de ropa por fin retiró de sus tiendas bikinis con sujetadores de relleno, ¡para niñas de siete años! También encontramos entre los niños de primaria muchos que llevan piercings, y también ejemplos de agresión sexual, así como casos de uso de drogas y de alcohol. Las niñas se han igualado a los niños a la hora de emborracharse, y también pueden ser muy violentas. Uno de cada tres niños (o niñas) es o bien víctima de acoso o acosador. Se han visto casos recientes de niñas que se han ahorcado por causa del acoso. Nunca ha sido fácil educar a los hijos, pero es mucho más difícil ahora”.
Padres, si vivir en la casa de vuestros sueños y alcanzar el éxito laboral conlleva perder a vuestros hijos, lo lamentaréis. Sólo tenemos una oportunidad de hacerlo bien. “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7).
Cuando le preguntaron al Dr. Dobson ¿Cómo se enseña a las hijas a tener una buena autoestima, pero evitando que se vuelvan demasiado egocéntrica?, respondió: “Las niñas adolescentes están pasando por la pubertad, que lleva consigo el acné y los cuerpos larguiruchos. A esta edad toman como modelo a mujeres como Britney Spears, Paris Hilton y Lindsay Lohan. Y si por casualidad les sobran unos kilos -no son gordas, sólo un poco rellenitas- a todas horas están oyendo que deben perderlos. Eso les llega al corazón y afecta la valía de una joven, que lo único que quiere es ser una princesa y ser amada. Si el padre no la demuestra amor, la asegura que es hermosa, la abraza y le presta atención, entonces la buscará en otra parte. Cuando no tiene la afirmación del padre, ella siente que lo único que puede ofrecer es su sexualidad, y cree que va a ser amada si la ofrece. Sabemos adónde conduce eso: el chico obtiene lo que desea y luego la deja, y ella no recibe lo que anhela, que es amor”.
Papá, si has estado ausente de la vida de tus hijos, es hora de que te involucres, sobre todo con tus hijas. Tu hogar es la escuela de la vida para ellos y lo que les enseñes ahí les quedará impreso para el resto de sus días. Si tu vida está desordenada, arrepiéntete hoy, ponte a cuentas con Dios y empieza a prestarle atención a lo que importa de verdad. No puedes cambiar el pasado, pero con la ayuda de Dios puedes dar a tus hijos el futuro que se merecen. Ésa debe ser tu tarea primordial como padre.
LA TOMA DE DECISIONES
La clave de una vida familiar feliz es saber tomar buenas decisiones. Pero no todos tenemos una capacidad innata de saber lo que nos conviene, y muchos parecen estar predispuestos a lo contrario. Ser personas de coraje, haber recibido estudios o ser más entrado en años son factores que tampoco ayudan, por sí solos, a la hora de elegir. Convivir con personas que saben elegir es sabio, pero esa capacidad no se contagia. Por eso, enseña a tus hijos esta faceta de la vida lo antes posible (Proverbios 22:6).
ENSÉÑALES LOS SIGUIENTES PRINCIPIOS:
1) Las decisiones tienen consecuencias, buenas y malas. Lo que gobierna su vida no son las circunstancias, sino las decisiones que toman al respecto. A lo mejor crees que tus hijos ya saben eso, sin embargo es más bien lo contrario. Cuando son adolescentes, debido a todos los cambios por los que pasan, no acaban de entender la relación entre causa y efecto, algo que van captando hacia el final de la adolescencia. Preguntarles cosas como ¿En qué estabas pensando cuando hiciste eso? no tendrá por respuesta más que el típico encogerse de hombros y la mirada perdida. No son tontos -pero necesitan guía-.
2) Siempre hay más de una alternativa. Con frecuencia los niños se sienten impotentes y desarmados ante circunstancias negativas. Suelen pensar en blanco y negro; es decir, las cosas solo pueden ser o buenas o malas. Ayúdales a entender que aunque algo sea contradictorio –para ellos–, aun así se pueden tomar buenas decisiones al respecto. Los niños con una mentalidad dicotómica suelen convertirse en adultos pesimistas, vulnerables, fáciles de manipular y con tendencia a la depresión. Pero si saben que siempre pueden elegir lo bueno, eso les evitará que su vida sea regida por las circunstancias.
La vida en general es dura, pero “pasito a pasito se va haciendo el caminito”. Para que les vaya bien en la vida, tus hijos deben aprender a razonar. Enséñales a que se hagan ciertas preguntas cuando tengan que tomar una decisión; pero hazlo con la actitud correcta. Si tienes cara de trueno cuando hablas con ellos, se esconderán de ti.
HE AQUÍ ALGUNAS DE LAS PREGUNTAS:
1) ¿Cuáles son mis alternativas? Analiza con ellos todas las ideas y las distintas opciones, y haz que las escriban. Diles que no hay respuestas correctas o incorrectas y que cualquier opinión o planteamiento es válido y será considerado. Con esta estrategia estás promoviendo su creatividad e incentivándoles a pensar por sí mismos.
2) ¿Qué ventajas conlleva cada alternativa? La meta no es coaccionarlos sino hacerles descubrir la verdad por sí mismos y aceptarla. A ese punto se llega con paciencia, sin presiones. Pídeles que hagan una lista de las ventajas que consideran más importantes.
3) ¿Cuáles son las consecuencias negativas de cada alternativa? Los niños son muy francos, algo muy bueno, pero deben entender también la ley divina de la siembra y la cosecha, conocida como la ley de causa y efecto. Muchos adultos tienen pesares que se habrían evitado si hubieran aplicado esa ley. No despotriques acerca de lo nefastas que pueden ser las consecuencias de malas decisiones. Más bien, enséñales a que se cuestionen ellos mismos: ¿Estoy dispuesto a aceptar las consecuencias? ¿Cómo me van a afectar?
4) ¿Qué valores morales están en juego en esta decisión? Las decisiones basadas en principios nos hacen elegir lo que es moralmente mejor, en lugar de lo más fácil. Que tengan como base buenos valores, tales como la veracidad, la honradez, la lealtad, la responsabilidad, la compasión, la amistad, el sacrificio, el coraje, el honor, la fe, etc. Si los niños son pequeños, simplifica el proceso; pero nunca dejes pasar una oportunidad.
Enséñales a tus hijos a que se hagan estas dos preguntas:
1) ¿Cómo me voy a sentir después? Lo que prevalece después de haber tomado una decisión es o bien un sentimiento de dignidad o de vergüenza; o un sentimiento de alta o baja autoestima. Nuestras acciones acaban formando parte del pasado, pero las razones en las que se basaron siguen moldeando nuestro futuro. “Guarda cuidadosamente tus pensamientos… porque de ellos mana la vida” (Proverbios 4:23 parafraseado). Los niños que crecen con buena autoestima son menos propensos a la promiscuidad sexual, las drogas, el alcoholismo y los comportamientos antisociales o ilegales. El amor propio y la autoestima son dos principios internos que nunca se deberían violar. Ceder ante opciones egoístas es abandonar la esencia moral de nuestro ser -el alma sagrada que Dios nos dio.
2) ¿Qué pensarán de mí mis seres queridos y mis amigos si tomo esta decisión? Para triunfar en la vida, es necesario contar con el respeto y la confianza de los demás. La reputación es más valiosa que el dinero, aún en el mundo secular. “Elige una buena reputación sobre las muchas riquezas; ser tenido en gran estima es mejor que la plata o el oro” (Proverbios 24:8 NTV). Si tomamos malas decisiones nos ganaremos una mala reputación que dañará nuestras perspectivas de futuro para siempre. “Una persona que maquina [elige] el mal se gana la fama de alborotador” (Proverbios 25:10). Cuando tienes mala fama, es muy difícil recuperar el buen nombre (Proverbios 25:10). Es posible que algunas decisiones erróneas nos deparen beneficios a corto plazo, pero a la larga nos perjudicarán y nos quedarán pesares. La persona bendecida por Dios tiene que “…tener control propio, vivir sabiamente y tener una buena reputación…” (1 Timoteo 3:2 NTV).
Enséñales a tus hijos a cuestionarse lo siguiente:
1) ¿Es éste un buen momento para tomar esta decisión? Solemos lamentarnos de aquellas decisiones que tomamos a la ligera. “[Hay]… tiempo de callar y tiempo de hablar” (Eclesiastés 3:7). Se toman decisiones apresuradas a causa de situaciones determinadas, en las que juegan un factor importante la presión que sentimos en el momento, o la influencia de los compañeros, o los cambios de humor o las emociones pasajeras, como la soledad, etc. Cuando cambia la situación, nuestro sentir también lo hace y nuestras decisiones ya no parecen tan claras. Se debe considerar si se puede aplazar la decisión, con el fin de reducir o eliminar el riesgo. Si los niños se sienten presionados, se desesperan y toman decisiones prematuras; pero si saben que pueden tomarse el tiempo que necesitan, sus reacciones son más sabias y con ello se evitarán futuros pesares. Hay que ayudarles a entender que Dios “…todo lo hizo hermoso en su tiempo…” (Eclesiastés 3:11 LBLA). Eso les dará la oportunidad de sopesar bien sus alternativas y dar lugar a la guía de Dios.
2) Si estuviera dando un consejo a un amigo (a Pablo o Susana), ¿les sugeriría esto mismo? El cambiar de perspectiva a veces nos permite considerar mejor nuestras opciones. Si sus emociones están en juego, los niños tienen una visión más limitada y pasan por alto varias posibilidades importantes. A veces los adultos imponen su modo lógico y racional de ver las cosas, pero se encuentran con resistencia por parte de los jóvenes.
Y algo más: Es muy bueno hacer una revisión del proceso de toma de decisiones con tus hijos, a fin de ayudarles a ponderar lo eficiente que resultó. Habla de cómo se enfrentaron a la situación concreta y pregúntales su sentir respecto al resultado. Si están contentos, felicítalos; si no, diles: ‘Lo siento. ¿Qué crees que puedes cambiar la próxima vez?’ En lugar de juzgar sus fallos, recompensa sus éxitos