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Una noche de noviembre de 2012, Christian Habila Adamu y su familia fueron despertados por un golpe en la puerta de su casa en el norte de Nigeria. Afuera, los hombres de Boko Haram gritaron y ordenaron a todos que salieran de sus casas.
Eran como las 11 de la noche, el cristiano se levantó rápidamente. Él, su esposa Vivian y su hijo se encontraron con extremistas de Boko Haram invadiendo su sala. Los radicales vestían capas y máscaras y apuntaban con un fusil AK-47.
Después de anunciar que estaban allí al servicio de Alá, comenzaron a interrogar a Habila, preguntándole su nombre, dónde trabajaba y si era musulmán o cristiano. “Soy cristiano”, respondió.
Los extremistas le dijeron a Habila que le daban la oportunidad de vivir con la condición de que se hiciera musulmán y declarara la shahada, la profesión de fe islámica: “No hay más dios que Alá, y Mahoma es su mensajero”. El cristiano se negó a unirse al grupo terrorista Boko Haram.
Habila ya había orado en el Espíritu y estaba preparado para morir por Cristo. “Soy cristiano y lo seré siempre, hasta la muerte”, respondió. Dirigiéndose a Vivian, uno de los hombres dijo: “Si su esposo no coopera con nosotros, lo verá morir”. Los extremistas repitieron su oferta al cristiano y este se negó por segunda vez. “No te preocupes. La muerte de un cristiano es una gran ganancia, no una pérdida”, le dijo Habila a su esposa.
Los hombres le ordenaron a Vivian que trajera todo el dinero que tenía en casa. La cristiana buscó objetos de valor y el poco dinero que tenía la familia, con la esperanza de que su esposo no muriera. Pero eso no es lo que pasó. El militante, que portaba el AK-47, acercó el arma a la boca de Habila y dijo: “¡Ya que te niegas a convertirte en musulmán, aquí tienes tu recompensa!”, dijo apretando el gatillo.
El cristiano cayó al suelo, sangrando. Vivian gritó desesperada. “¡Cállate, mujer! Si intentas obtener ayuda, los encontraremos y te mataremos a ti y a tu hijo”, gritó uno de los hombres. Patearon el cuerpo para comprobar si había muerto, y corearon “¡Alá es grande!”, y se fueron.
Pasaron los minutos y se formó un charco de sangre alrededor del cuerpo de Habila. Vivian estaba llorando por su esposo cuando él susurró: “Todavía estoy vivo”. Ella se levantó rápidamente y corrió a pedir ayuda. La ayuda tardó mucho en llegar y Habila no llegó al hospital hasta la mañana siguiente.
Durante este ataque de noviembre de 2012, Boko Haram allanó más de 30 casas de miembros de la iglesia de Haliba, en Nigeria. Todos los cristianos se negaron a dejar a Jesús y fueron asesinados. La familia de Haliba fue la única que sobrevivió al ataque. Milagrosamente, el cristiano sobrevivió a sus heridas luego de ser trasladado a varios hospitales. Al analizar su estado de salud, un médico declaró que sobrevivió gracias a Dios.