En abril de 2019, Pedro viajó con su familia a Dubái. El primer día en el país se sintió muy mal. “Desde la medianoche hasta las 6 am había vomitado 13 veces”, dijo el joven, en un video en Instagram. Pedro tuvo que ir al hospital y le diagnosticaron una intoxicación alimentaria. Después de ser medicado, seguía teniendo dolor en un costado del abdomen y el médico le diagnosticó apendicitis.
El joven fue derivado a cirugía para extirpar el apéndice. Según el equipo, sería un trámite sencillo que duraría un máximo de dos horas. “Me dijeron que en cinco días estaría listo para volver a la vida normal”, recuerda Pedro. Sin embargo, durante el procedimiento, el cirujano terminó perforando una arteria y no se dio cuenta. Los latidos del corazón de Pedro comenzaron a bajar y el médico le abrió el vientre para saber qué estaba pasando.
Al abrir, la sangre comenzó a salir a borbotones hacia arriba y el equipo médico se dio cuenta de que se había perforado una arteria. En ese momento, el mejor cirujano del hospital pasó por el quirófano y fue llamado para ayudar a detener la hemorragia.
Aun así, Pedro sufrió un paro cardíaco y tuvo latidos durante 7 minutos. “Fue tan grave que tenía un 90 % de posibilidades de quedarme muerto y un 100 % de posibilidades de obtener secuelas. Tres minutos es suficiente para las secuelas, 7 minutos es mucho”, señaló.
El médico informó de la situación de emergencia a los padres de Pedro, que esperaban en la sala de espera. Pero, no podían hablar en inglés y no entendían nada. El padre salió corriendo y fue a ver a su hijo al quirófano. “Mi padre me encuentra abierto. Perdí el 100% de mi sangre, saqué 13 bolsas de sangre. Detalle: en ese hospital solo había 13 bolsas de sangre”, comentó el cristiano.
Los médicos lograron resucitar a Pedro y fue ingresado en la UCI, aún en riesgo de muerte. “Estaban esperando ver qué tan grandes eran las secuelas”, dijo. Tras tres días de coma, despertó sin secuelas, sorprendiendo a los médicos. Durante su estadía, perdió 10 kg. A pesar de enfrentar un grave problema de salud, Pedro dice que estaba muy tranquilo, porque Dios le había revelado lo que sucedería y prometió estar con él durante el calvario.
“Cuando el médico me contó lo que había pasado, recordé lo que había dicho el pastor. Y entonces supe que tenía que mantener la calma, porque Dios se estaba encargando de todo”, testificó Pedro. Según él, la experiencia le enseñó a ser más agradecido con el Señor.
Y concluyó: “Aunque tenemos nuestros problemas, el solo hecho de caminar, respirar, tener algo para comer todos los días, ya es un gran motivo para estar agradecidos con Dios”.