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Julia fue diagnosticada con leucemia al primer año de edad. Los años transcurrían, y ella junto a su familia solo esperaban un milagro. Moches de desvelo, llantos de dolor y una notable baja en la economía del hogar fueron los factores de adversidad que probaron la fe de la familia Abrame.
Como el cuerpo de Julia ya no era compatible con la quimioterapia, los médicos sugirieron que la niña se sometiera a un trasplante de médula ósea haploidenic, que se realiza con alguien 50% compatible. Pero como Dios siempre llega a tiempo, un donante fue la luz en medio de su tensa oscuridad.
Después del trasplante, la pequeña Julia regresó a la escuela, mejorando día a día. “Este año fue especial porque fui a la escuela, aprendí a leer, escribir, nadar, fui a la piscina y también aprendí que Dios sana si uno tiene fe”, dijo Julia al portal Guiame.
Adriana Abrame, la madre de Julia, reconoce que “lo imposible es la especialidad de Dios”. “Dios nos perfecciona en el dolor, cuando nos permite pasar por el sufrimiento, nos da una capacidad inimaginable para soportar, y nos muestra que si entregamos todo en Sus manos, “Él se preocupa”.
Julia se recuperó de su enfermedad, regresó a la escuela y fue recibida con gran afecto por sus amigos y maestros. La fe de una niña admirada por la grandeza del Dios Todopoderoso nos deja el siguiente mensaje: No se desanime, no se rinda, no se desespere. La fe es la base firme de las cosas que no vemos, pero creemos.
(*) Imagenes referenciales.