Speros D. Athans (1883–1969). A los quince años de edad, Speros abandonó su hogar en Grecia, ya que su padre había muerto. El joven viajó por varios países y en una sala de inmigraciones le obsequiaron un Nuevo Testamento en griego. Fue el principio de una vida de estudio de la Biblia. Athans llegó a ser muy apreciado en el mundo hispano como profesor, pastor y escritor. Editó el himnario Melodías Evangélicas y tradujo más de 150 cánticos cristianos, entre ellos los himnos “Mi vida di por ti”, “Yo quisiera hablarte del amor de Cristo”, “Qué bella historia” y “Cristo es mi dulce Salvador”.
H.C. (Enrique) Ball(1896–1989). Enrique Ball nació en Texas y a los 18 años empezó a trabajar en la obra con hispanos. Al mismo tiempo, traducía sus himnos predilectos al español. En 1916 publicó “Himnos de Gloria”. Este fue el primero de varios himnarios que compiló. Ball solía decir que las traducciones de los himnos le vinieron por la iluminación del Espíritu del Señor. Los himnos “Por fe contemplo redención”, “A los pies de Jesucristo”, “Oh, yo quiero andar con Cristo”, “Soy yo soldado de Jesús”, “Un día Cristo volverá” y “Alabanzas dad a Cristo”, fueron traducidos por él.
Yo cantaré de mi Jesucristo. El famoso músico Philip Bliss viajaba en ferrocarril hacia Chicago con su esposa en el frío invierno de 1876. De repente, al pasar sobre un puente, éste se desplomó y arrojó a los pasajeros al abismo. Bliss logró escaparse por una ventana, pero retornó al carro que ya se consumía por el fuego, para rescatar a su señora. Ambos perecieron, junto con otras 100 personas. En el viaje había escrito el himno “Yo cantaré de mi Jesucristo” y fue hallado entre los escombros. A los 38 años escribió este último himno, muy usado en las campañas evangelistas de ese entonces; pero su mensaje ha tocado miles de corazones durante más de un siglo.
Arturo Borja Anderson (1887-1983). Don Arturo fue un hombre de muchos talentos: artista, poeta, alcalde, escritor y pastor. Desde su conversión a la edad de 17 años, sintió una pasión por comunicar la verdad divina. Comenzado en el altiplano guatemalteco; predicó elocuentemente en español, como también en el idioma Cakchiquel. Al trasladarse a la ciudad capital no solo sirvió en el pastorado, sino que continuó produciendo poemas, diálogos cristianos, dramas navideños e himnos. Escribió el himno “Con Alegres Corazones” como una muestra de gratitud a Dios por la vida que le dio. Su poesía expresa una gran fe en el Cristo resucitado. Fue llamado a la presencia de Dios a la edad de 95 años.