Timothy Gagnon, artista y veterano militar, se sumergió en la brujería desde joven. Criado en una familia católica no devota, fue atraído por el ocultismo en su adolescencia. Durante una entrevista con CBN News, describió su crianza como “Crecí en una especie de familia católica de Navidad y Pascua, a falta de una palabra mejor. Realmente asistimos mucho”.
A los 11 años, mientras investigaba en la biblioteca de su escuela, se encontró leyendo sobre ocultismo. Este encuentro lo llevó a involucrarse cada vez más en prácticas ocultistas, como invocar espíritus y lanzar hechizos.
Timothy relató haber interactuado con seres que se identificaban como un ángel, un demonio y un espíritu perdido en el purgatorio. Sin embargo, una experiencia sobrenatural con Dios cambió su vida para siempre.
Mientras lanzaba hechizos en su habitación, sintió una presencia divina que lo llenó de temor. Instintivamente, reconoció que era la presencia de Dios. En ese momento, pensó que Dios lo castigaría por sus prácticas ocultistas, pero en lugar de eso, sintió que Dios le hablaba al corazón, llamándolo a seguirlo.
Después de este encuentro, Timothy abandonó la brujería y buscó refugio en una iglesia católica, donde confesó sus pecados y experimentó la presencia sanadora de Dios. Esta fue solo la primera etapa de su viaje espiritual.
Más tarde, Timothy se unió al ejército y fue discipulado en la fe cristiana por su comandante. A medida que crecía en su relación con Dios, descubrió su pasión por el arte cristiano y creó una Biblia ilustrada, con 66 retratos mesiánicos que formaban una cruz de 12 pies.
El testimonio de Timothy es un poderoso recordatorio del poder transformador de Dios. Su vida, marcada por el ocultismo y la oscuridad, fue redimida por la gracia divina. Su historia inspira a otros a creer en el poder restaurador de Dios en cualquier situación.
En conclusión, este testimonio nos recuerda que ningún pecado está fuera del alcance del perdón y la redención de Dios. Su poder soberano puede cambiar incluso las vidas más perdidas y transformarlas en instrumentos de su gloria. Un afectuoso saludo, estimada Comunidad de Impacto Evangelístico.