El número cuarenta tiene un valor simbólico dentro del cristianismo. Representa la prueba y luego el “cambio” de un período a otro. Por eso el diluvio duró cuarenta días y cuarenta noches. Los israelitas estuvieron cuarenta años en el desierto. Moisés permaneció cuarenta días en el monte Sinaí y Elías peregrinó otros cuarenta hasta allí. Cuarenta siglos después de Adán, vino “el cumplimiento del tiempo” y “Dios envió a su hijo”. Entonces, Jesús ayunó cuarenta días. Luego, después de su resurrección, estuvo otros cuarenta días con sus discípulos en la tierra. Y 40 años después de su crucifixión sucedió la destrucción de Jerusalén. El número cuarenta siempre marca una diferencia en la fe evangélica.
La misma cifra, cuarenta, ahora marca un antes y un después en la vida matrimonial del pastor Enrique Centeno, encargado de la Iglesia del Barrio 12 de Octubre, en la ciudad de Bogotá, quien acaba de alcanzar su cuarta década de unión matrimonial con la hermana Rosalba Medina. Un acontecimiento que, como en las historias citadas líneas arriba, grafica las bendiciones que un seguidor del Todopoderoso puede recibir si es fiel a su Palabra y la sana doctrina.
El reverendo Centeno, quien nació en un hogar católico, siempre tuvo un gran amor hacia las cosas de Dios. Conoció al verdadero Salvador al promediar el año 1955. Su padre fue el primer convertido en casa. Luego su madre se unió al cristianismo y, al final, el resto de su familia. Todo ello, ocurrió en la ciudad de Barrancabermeja. En el mismo año, los Centeno se trasladan a Barranquilla donde vivieron 2 años fieles al lado de Jesucristo. Después, en abril de 1957, el hermano Centeno decidió dar un paso de fe y obediencia accediendo a las aguas bautismales. Para ese entonces, asistía a la Iglesia Central de la Cuadrangular en Barranquilla.
Con el correr del tiempo, la familia de Enrique Centeno se trasladó a la población de San Gil Santander. Sin embargo, en aquel lugar no había iglesia donde poder reunirse. Empero, su padre, entusiasmado con las cosas de Dios, optó por buscar un templo en el cual seguir robusteciendo su fe y encontró uno en la población de Socorro a cincuenta y cinco minutos de distancia en automóvil. Para los Centeno el tiempo fue lo de menos. El fin, inquebrantablemente, fue estar ante la presencia del Señor. Así pasaron los meses hasta que se estableció la Obra del MMM en dicho municipio. De inmediato, el pastor Alejandro Amado fue designado como el representante del Movimiento Misionero Mundial.
En 1959, Dios comenzó a darle la oportunidad de cooperar en la Obra a un joven Enrique Centeno. Su pastor lo comisionó para un campo blanco y semanalmente, luego de terminar su jornada laboral, caminaba dos horas a un lugar llamado Ocamonte. Estos fueron sus primeros pasos en la misión evangélica. Su espíritu apasionado por las cosas del Señor, lo llevó a ocupar cargos en el MMM como líder de jóvenes y maestro de niños de la escuela dominical. Poco a poco, Dios comenzó a prepararlo, capacitarlo y el sueño de su padre de verlo sirviendo al Todopoderoso se fue haciendo realidad con el correr de los días.
Sin embargo, Centeno pasó una dura prueba en sus inicios. Luego de realizar su servicio militar obligatorio, donde vio la mano de Dios, la convicción cristiana se le fue apagando y su amor por las cosas del Altísimo se enfrió. Muchas veces demostró que ya no tenía mucho entusiasmo de servir en la Obra del Señor. Hasta que un buen día, Dios revivió la llama del Evangelio dentro de su espíritu a través de uno de los siervos más ejemplares: el pastor Luis M. Ortiz. Así, en junio de 1965, el fundador del MMM viajó hasta la población del Socorro, atendida en ese momento por el hermano Ciro González, y conoce a Enrique Centeno y le transforma la existencia.
Según recuerda el pastor Centeno, el iniciador del Movimiento Misionero Mundial predicó un mensaje lleno de la unción de Dios, que lo deslumbró y le despertó de nuevo el interés por unirse al servicio del Señor. Centeno dice que, con timidez, se le acercó y le manifestó su deseo por la Obra. Casi en el instante, Luis M. Ortiz le respondió: “hijo el obrero se prepara en el campo de labor. Si ese es el deseo de tu corazón, las puertas de esta Obra están abiertas para ti”. De este modo, selló su ingreso a las filas del MMM como obrero del Señor.
Con una gran pasión por Dios, el obrero empezó su nueva vida. Su ministerio se inició en la población de Socorro Santander, donde estuvo cerca de cinco meses colaborando durante el año 1965. Luego, salió para Bucaramanga como ayudante de pastor, pasando a ocupar ese puesto meses después. Más adelante, fue trasladado a la ciudad de Barrancabermeja y permaneció allí dos años hasta finales de 1969. Meses después, el pastor Ortiz le notificó que la Obra recién nacida en Neiva necesitaba un guía, y le propuso que se haga cargo de dicho lugar, conocido como el valle de las lágrimas. Su decisión fue inmediata. Viaja en 1970 y sirve allí hasta el año 1972.
En ese lugar, Dios le estaba reservando una sorpresa que lo acompañaría el resto de sus días. Allí, mientras predicada la Palabra de Dios, conoce, a aquel ser que los poetas llaman la musa inspiradora, o mejor como él mismo dice: “a su princesa”. Allí, en Nieva, Dios le otorga como esposa a la hermana y misionera Rosalba Medina. Ella, fiel integrante del Movimiento Misionero Mundial. Sin saber lo que le esperaba, decide aceptar la propuesta matrimonial del hermano Centeno, abandonándolo todo: su profesión, sus expectativas, su familia, su futuro pensado y es así que el 29 de abril de 1972 contraen nupcias. Una unión que, tras cuarenta años de convivencias, se mantiene firme y rebosa de felicidad.
MINISTERIO EN BOGOTÁ
Dios siguiendo su plan, trasladó al pastor Centeno a la ciudad de Bogotá el 13 de mayo de 1972. Desde entonces está allí, en el corazón de Colombia, dando la batalla en el servicio de la Obra. Compró el primer terreno a crédito e inauguró la primera fase de las instalaciones en 1982, teniendo el privilegio de tener invitado para ese ocasión al reverendo Luis M. Ortiz. Él fue quien los motivó a ensanchar la Obra. Del mismo modo, durante una visita del fundador de la Obra, recibió una ofrenda de amor, pero él sentenció: “esta ofrenda la doy por aceptada, pero quiero duplicar esta ofrenda para que se inicie el fondo pro-templo”. Desde entonces, en la Obra se ha trabajado incansablemente y se han adquirido 7 propiedades.
En el año 2003, Centeno fue enviado a Australia, en compañía del hermano Jorge Álvarez, y sufre un terrible accidente: fue atropellado por un tranvía urbano. Las personas que vieron el accidente lo dieron por muerto. Empero, y pese a lo terrible del suceso, el reverendo salvó su vida por gracia divina luego de haber sido lanzado por los aires quince metros.
Otro momento difícil vivido por el pastor Centeno sucedió al poco tiempo de contraer matrimonio. Su esposa Rosalba, luego de quedar embarazada, pierde su primer hijo y sufre una mala praxis que la deja infértil. La pareja decide entonces recibir en adopción a Ester, su hija mayor, quien traía consigo inconvenientes físicos por haber nacido de forma prematura, pero Dios obró un milagro y la niña se recuperó y los Centeno pudieron contar con la dicha de tener una nueva integrante. Años más tarde, el Creador volvió a entrar en escena. Fue en el año de 1963 en una campaña con el hermano José Ángel Álvarez. El Padre Eterno les habló a los Centeno diciéndoles que les daría una familia y al paso de un tiempo cumple su palabra: llegan al mundo Ruth y Priscila. Con ello se completaría su felicidad.
El pasado 11 de mayo, con cuarenta años de labor ministerial, el Movimiento Misionero Mundial de Colombia lo homenajeó por sus cuatro décadas de unión matrimonial con una campaña en la que participó el Vicepresidente Internacional de nuestra organización, el reverendo José Arturo Soto. Fue una gran sorpresa para el pastor Enrique Centeno. Y tanta fue su emoción que cuando miró al pastor Soto cruzando las puertas del templo, salió a su encuentro y lo recibió con un efusivo abrazo.
La ceremonia de “Bodas de Rubí” fue oficializada precisamente por el pastor Soto. El siervo de Dios llegó hasta el Barrio 12 de Octubre, en la localidad Barrios Unidos del Distrito Capital de Bogotá, y le alcanzó a Centeno el saludo generalizado del MMM.
Al termino del servicio, el pastor Centeno se dirigió a su rebaño y afirmó: “en cuanto a la vida ministerial y marital creo que son los años más fructíferos los que vienen. Sé que estamos más avanzados en edad, pero eso no debe dar pie en pensar que ya hemos concluido con la Obra que el Señor nos ha encomendado. Pienso que los días de más que el Señor nos dé, serán mejores para el servicio de su Obra. Y en la vida matrimonial, será mucho mejor porque seremos mejores consejeros para quienes están casados y para los que están por casarse. Cuarenta años no es nada. Toda la Gloria es para Dios”. Un cálido mensaje en un día de gran simbolismo para la pareja formada por el pastor Enrique Centeno y la hermana Rosalba Medina .
http://impactoevangelistico.net/galeria/64-40-anos-historia-continua