Aunque el pecado es uno, este se manifiesta de distintas maneras o en distintas esferas, teniendo cada manifestación de pecado su paga correspondiente. Por otro lado, aquellos que se arrepienten del pecado y lo abandonan reciben de parte de Dios la dádiva correspondiente.
Veamos, pues, las esferas donde el pecado se manifiesta, su paga correspondiente y la dádiva de Dios para los que se arrepienten.
EL PECADO SE MANIFIESTA EN LA ESFERA DE LO FÍSICO
El cuerpo se entrega al vicio, a los excesos, al licor, al tabaco, a las drogas, a la fornicación, al adulterio, a la corrupción. La paga del pecado en la esfera del cuerpo es dolor, toda clase de enfermedades, plagas, sufrimiento. El profeta Isaías dijo: “Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga” (Isaías 1:6).
La razón por la cual cada vez hay más y peores enfermedades en el mundo es por causa del pecado; pero aquellos que se arrepienten de sus pecados en la esfera del cuerpo, y se apartan, reciben de Dios la dádiva de la sanidad divina. Porque Cristo “herido fue por nuestras rebeliones, molidos por nuestros pecados; el castigo de nuestras paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
Y aún también esperamos la redención de nuestro cuerpo (Romanos 8:23), pues “los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos… seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16, 17).
EL PECADO SE MANIFIESTA EN LA ESFERA DEL INTELECTO
La persona queda en tinieblas y no entiende las cosas de Dios. Dice San Pablo que los hombres “habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios se hicieron necios” (Romanos 1:21, 22)
Así que la paga del pecado, operando en la esfera intelectual, hace de la persona un “ignorante” con relación a las cosas de Dios y de la eternidad. Su mente, su entendimiento, está entenebrecido, está en tinieblas. La Biblia dice que aquel que no conoce a Dios, aunque tenga doctorados es todo un señor necio. El salmista dijo: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios, se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien”(Salmo 14:1).
Pero aquellos que se arrepienten de sus pecados, en la esfera del intelecto, y reconocen su pecado, su necedad, sus tinieblas, y aceptan a Jesucristo como la luz ya no andarán más en tinieblas, y recibirán la dádiva de Dios (Juan 8:12). “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).
Amigos míos, el conocer a Dios es el más elevado conocimiento; la sabiduría de Dios en nosotros es las más profunda sabiduría; la ciencia que de Dios recibimos es las más alta ciencia; la cultura que recibimos por nuestra comunión con Dios es la más refinada cultura.
Si amados, el Evangelio es iluminación, esclarecimiento, inteligencia, que realmente sobrepasa todo entendimiento.
EL PECADO TAMBIÉN SE MANIFIESTA EN LA ESFERA DE LA VOLUNTAD
El hombre se torna en rebelde contra Dios. Dios dice: “Andad por el buen camino, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (Jeremías 6:16).
El pecado operando en la voluntad humana hace al hombre obstinado y rebelde. Dios dice: “Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí” (Isaías 1:2).
La paga del pecado en la esfera de la voluntad, o sea la paga de la rebelión, es embrutecimiento y total fracaso. “Generación contumaz y rebelde” (Salmo 78:8). “No saben, no entienden, andan en tinieblas”(Salmo 82:5). “No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento” (Salmo 32:9). “Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová… cayeron, y no hubo quien los ayudase” (Salmo 107:11, 12). “El hombre que reprendido endurece su cerviz—o sea, se rebela—,de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina” (Proverbios 29:1).
Pero para aquellos que se arrepienten de sus rebeliones y le dicen a Dios: “Ten piedad de mí, oh Dios… borra mis rebeliones…Porque yo reconozco mis rebeliones”(Salmo 51:1-3); entonces la dádiva de Dios es su amor y su gracia. Dios dice: “Yo sanaré sus rebelión, los amaré de pura gracia”(Oseas 14:4). “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25). “Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí” (Isaías 44:22).
EL PECADO TAMBIÉN SE MANIFIESTA EN LA ESFERA DE LO SOCIAL
Y es por causa del pecado social que hay tanta injusticia social, toda clase de discrimen, tanta división de clase: categorías y castas. La paga del pecado manifestado en lo social es desorden, injusticia, confusión, violencia.
Pero cuando la persona se arrepiente de sus pecados sociales, y recibe a Cristo como rey y gobernante en su vida social entonces hay justicia ordenada; tal persona como patrón es justo, o como empleado es honrado, se caen todas las barreras sociales, pues en Cristo “no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
EL PECADO TAMBIÉN SE MANIFIESTA EN LA ESFERA DE LA JUSTICIA
Dice el Señor: “Oíd ahora esto… que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho; que edificáis… con injusticia…y juzgan por cohecho” (Miqueas 3:9-11). “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”(Isaías 5:20).
La paga del pecado operando es la esfera de la justicia es más injusticia, más corrupción, más soborno, más crimen, más violencia, más asaltos. Pues, el criminal si es detenido sabe de antemano que antes de las 24 horas estará libre nuevamente para continuar sus fechorías.
En esto de falsear el derecho y la justicia, no solo hay jueces culpables, también los legisladores que redactan y aprueban leyes ya arregladas para fácilmente ser falseadas con la estrategia de tecnicismo y legalismo. Tanto que se habla y se proclaman los derechos civiles, los derechos humanos, y hay sendas comisiones con jugosos presupuestos para estos fines; pero muy rara vez se ve que se defienden los derechos civiles de un ciudadano honrado y trabajador, que de algún modo sus derechos son violados. Y hasta en ocasiones se ha querido privar o limitar a un conglomerado el derecho inalienable de adorar a Dios como si el hombre fuera una bestia que no necesita congregarse en un templo para rendir culto a Dios.
La defensa de los derechos civiles y humanos a cargo de comisiones y colegios—fíjese bien en la prensa diario—, casi siempre son en beneficio del criminal de oficio, del mafioso, del traficante de drogas, del ladrón, del que vive al margen de la ley.
Nuestro Dios al malo, al culpable, al que persiste en su pecado, al que no se arrepiente, lo confina por la eternidad en el infierno junto con el diablo y con los demonios; los tales no pueden estar juntos en el cielo con los que se han arrepentido de sus pecados y han sido redimidos con la sangre de Cristo, no tienen derecho al cielo, y Dios sigue siendo justo y amoroso. Pero hay hombres y funcionarios públicos que, presumen ser más justos y más amorosos que Dios y, quieren dejar circulando impunemente dentro de la sociedad a tanto mafioso y criminal, proclamando sus derechos civiles y entonces, de ese modo, le roban los derechos civiles a los ciudadanos respetuosos de la ley, el derecho de vivir tranquilos en sus hogares y tienen que ellos encarcelarse con rejas dentro de sus propias casas.
Pero cuando los que aprueban leyes y los que administran justicia se arrepienten de sus pecados y de sus injusticias, entonces la dádiva de Dios para ellos y para el pueblo es que hay verdadera justicia. Dios dice a los jueces temerosos de Dios: “Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar de Jehová, el cual está con vosotros cuando juzgáis” (2 Crónicas 19:6); pues, “Dios es juez justo” (Salmo 7:11).
TODOS SABEMOS QUE EL PECADO TAMBIÉN SE MANIFIESTA EN LA ESFERA DE LA MORAL
El pecado derrumba las barreras morales. San Pablo hablando de esto menciona “que deshonraron entre sí sus propios cuerpos…en pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres… atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad… aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales sin afecto natural, implacables, sin misericordia” (Romanos 1:24-31).
La paga del pecado manifestado en lo moral es corrupción total, adulterio, divorcios, recasamientos, pornografía, desnudez, sexo libre, lesbianismo, sodomía; destitución del ser humano a la condición de bestias movidas por instintos.
Pero para aquellos que se arrepienten de su pecado moral la dádiva de Dios es su nuevo nacimiento. Jesús dijo a Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo”(Juan 3:7). San Pablo dijo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Ahora le da a Dios y a las cosas santas de Dios el lugar que le corresponde, ahora busca las cosas de arriba, ahora es espiritual.
Amigos, la suma total del pecado operando en todas sus esferas es muerte. “LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE”.
Muerte significa separación. Separación eterna de Dios. Y os digo que lo que hace del infierno un lugar tan horrendo no es la presencia del diablo y de los demonios y de todos los criminales y malvados de las edades. Lo que hace del infierno un lugar tan horrible es la total ausencia de Dios en ese lugar. Es la separación total y eterna de las almas del Dios Creador. ¡Qué horror! Esa es la paga del pecado.
Pero la suma total de aquellos que se arrepienten de todos sus pecados, operando en todas sus esferas, “LA DÁDIVA DE DIOS ES VIDA ETERNA EN CRISTO JESÚS SEÑOR NUESTRO”. Vida eterna, gloria eterna, felicidad eterna, comunión eterna con Dios. ¡Qué maravilla!
Amigo, a ti te toca escoger en este instante, qué deseas por toda la eternidad si la muerte o la vida. Escucha lo que Dios dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19). Escoge, pues, la vida. Amén.