Misionero, estadista, maestro, pianista, autor, editor, lingüista, diseñador, administrador y reconocido seguidor de Jesucristo, Thomas Lee Osborn marcó un hito en la historia cristiana del siglo XX gracias a que predicó la Palabra de Dios a decenas de millones de personas en unos cien países. Considerado como el primer predicador en proclamar el Evangelio mediante campañas masivas al aire libre en territorios no evangélicos como India, Corea, Japón y África, Tommy Lee, como solía ser llamado en vida, dejó de existir el pasado 14 de febrero en la ciudad norteamericana de Tulsa a la edad de ochenta y nueve años.
PRIMEROS AÑOS
Osborn, conocido también como T.L., nació el 23 de diciembre en una granja del estado de Oklahoma. Fue uno de los trece hijos de Charles y Mary Osborn. Testificó que se convirtió a la edad de trece años cuando su hermano mayor lo llevó a una iglesia ubicada en la ciudad de Mannford. Cuando tenía 15 años, Dios le habló. Le dijo que estaba llamado a ser un predicador y él se echó a reír y llorar al mismo tiempo, sin entender lo que le estaba pasando. Más tarde, en 1939, dejó la escuela luego de terminar el octavo grado y comenzó a viajar por Estados Unidos con EM Dillard, quien realizaba reuniones evangelísticas.
En 1940, Osborn conoció a su futura esposa Daisy Washburn, en una iglesia en la ciudad de Almo, en el estado de California. Dos años después contrajeron matrimonio y se establecieron en Campbell. Luego, en 1945, la pareja salió de los Estados Unidos como misioneros a la India. Fue el superintendente de la denominación Pentecostal de California quien contagió a ambos la pasión por la obra evangelizadora. Empero, al cabo de un tiempo, T.L. y su esposa regresaron a casa enfermos de fiebre tifoidea y sin resultado alguno. El fracaso misionero les llevó a una búsqueda espiritual intensa y a una lectura de la Biblia centrada en los milagros realizados por Jesús en los Evangelios.
MINISTERIO MUNDIAL
Al poco tiempo, Tommy y Daisy conocieron a William Branhan, un evangelista de convicciones anchas, quien los impactó por su mensaje de que Dios sana enfermos. Inmediatamente, la pareja comenzó un proceso intenso de ayuno y oración. Además los Osborn empezaron a realizar cultos de sanidades. Mas su meta era regresar a aquel país que les había sido esquivo. Así, la pareja regresó a la India, alquiló un campo donde a la primera reunión asistieron sesenta mil personas entre musulmanes e hindúes. Y según su propia versión, en aquella cita cuatrocientos sordomudos, ochenta paralíticos y noventa y cinco ciegos fueron sanados, además de que nueve mil personas aceptaron a Cristo como su Señor y Salvador.
De este modo, T.L. Osborn, secundado por su consorte, emprendió uno de los ministerios misioneros y de milagros más conocidos del cristianismo moderno. Las filmaciones de sus eventos, llamados “Docu-milagros” que registraron las maravillas del Señor en miles de enfermos sanados, fueron traducidas a setenta idiomas y presentadas en cientos de aldeas y pueblos en ciento cincuenta naciones. Sus campañas evangelísticas además fueron multitudinarias y con frecuencia eran capaces de completar aforos de doscientas mil personas durante cinco noches seguidas. Su lema “Un Camino–Jesús; Un Trabajo–Evangelismo”, una consigna que lo acompañó toda la vida, sirvió de base para ensanchar la fe evangélica.
Tommy y Daisy formaron una poderosa pareja. Ellos viajaban usualmente a cada país antes de sus cruzadas de fe para sostener reuniones con los pastores, oficiales del gobierno y la prensa y coordinar cada detalle de sus multitudinarias campañas.
Ungida por Dios para anunciar las buenas nuevas del Evangelio al mundo, Daisy fue una colaboradora de gran aporte para Osborn. En el momento de su muerte, en mayo de 1995, millones alrededor del mundo reconocieron a Daisy como una ganadora de almas, maestra, embajadora y “trabajadora de milagros”. Después de cinco décadas de ministerio activo en más de setenta naciones, ella fue realmente una de las mujeres especiales de Dios.
La pasión de Osborn por el trabajo misionero produjo como resultado la creación del Programa Mundial de Asistencia Misionera, el cual ha dado soporte más de treinta mil hombres y mujeres que trabajan a tiempo completo como misioneros en aproximadamente ciento cuarenta mil tribus, aldeas y áreas no evangelizadas de la tierra. En la actualidad, más de ochocientas iglesias nuevas han sido establecidas gracias a esta labor.
Osborn, prolífico autor, también publicó gran cantidad de literatura protestante que ha sido traducida a muchos idiomas. “La curación de los enfermos y la expulsación de los demonios”, su libro clásico, es un éxito de ventas desde 1951 hasta la actualidad.
INSPIRADOR DEL MOVIMIENTO
El ministerio internacional de Tommy Lee Osborn, que inspiró a millones de personas en el mundo para entrar en los caminos de Dios, sirvió igualmente de influjo y ejemplo para otros destacados ministros del Todopoderoso como los reverendos Luis M. Ortiz y Rodolfo González.
En los primeros meses del año 1950 se inició en Cuba un gran avivamiento que tuvo a T.L. como protagonista principal. El pastor Ortiz, intérprete, auspiciador y coordinador de las actividades, fue conmovido por esta histórica cruzada evangelística. Al respecto, el fundador del MMM reveló a finales de los ochenta que: “fue la campaña que Dios usó para despertar en este servidor el don que estaba en mí dado por el Señor”.
De igual forma, el pastor González se estremeció en una de las campañas que el norteamericano realizó en suelo cubano en aquel tiempo. El ahora Oficial Internacional de la Obra de Jesucristo, quien por entonces aún no estaba en las filas del cristianismo, acudió con familiar enfermo y experimentó en carne propia el poder sanador del Altísimo. “Fui testigo de algo extraordinario: los postrados en camilla se levantaban, los cojos soltaban las muletas y salían corriendo. Y mi primo, que había llegado con la mirada desviada, estaba mirando derecho, entonces me asusté de verdad. Osborn y su esposa se marcharon de Cuba, pero iniciaron el camino de la salvación para muchas almas”, relevó el reverendo González.
“¡Jesús, llévame a casa!”, estas fueron las últimas palabras de Thomas Lee Osborn antes de morir rodeado de toda su familia. Así luego de extensa y laboriosa vida dedicada al Altísimo, en la que oró incansablemente por la sanidad de los enfermos y la salvación de los perdidos, el varón de Dios que supo ser ejemplo de fe se marchó en paz al encuentro con el Creador.
Tras su deceso, su hija LaDonna Osborn, Vicepresidenta y CEO de Osborn Ministries International, en un mensaje a la comunidad evangélica internacional apuntó: “mi padre ahora está ante la presencia de Jesús, a quien había servido fielmente durante setenta y siete años. Sólo podemos imaginar el reencuentro dulce con su amada Daisy”.